LA FRASE...
".....Que otros se jacten de las paginas que han escrito....
a mi me enorgullesen las que he leido..."
Jorge Luis Borges
a mi me enorgullesen las que he leido..."
Jorge Luis Borges
BIBLIOTECA.
HORARIO DE ATENCION:
LUNES Y VIERNES DE 7:30 A 12:00 HS
MARTES MIERCOLES Y JUEVES DE 13:00 A 17:00 HS
ACERCATE TE ESPERO
YANINA SALAS, BIBLIOTECARIA
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MARTES MIERCOLES Y JUEVES DE 13:00 A 17:00 HS
ACERCATE TE ESPERO
YANINA SALAS, BIBLIOTECARIA
nuestra escuela

Nuestro gaucho

Prof. ernesto Dabadie
Nuestros alumnos

alumnos de 1º
Hector Peñalva

Prof. Musica
Mabel Pilla

los hijos hermosos
alumnos en recreo


Alumnos

dia de la tradicion

domingo, 7 de diciembre de 2008
viernes, 28 de noviembre de 2008
Simplemente Juan. Obra teatral seleccionada
Tengo el agrado de comunicarles que nuestra obra fue seleccionada, junto otras dos instituciones, para ser representada el dia lunes 1 de diciembre en el Gimnasio Municipal De Vicenzo, es un honor para todo el elenco participar de esta importante jornada a nivel Municipal, desde ya agradecemos al Municipio, principalmente al area de cultura por brindarnos este espacio para expresarnos y mostrar el trabajo realizado arduamente por los chicos y docentes de Berazategui.
Agradecemos tambien la ayuda continua, el apoyo de Raul, siempre con esa energia positiva, es pàra nosotros un ejemplo a seguir..GRACIAS
LOS ESPERAMOS ELDIA 1/12 EN EL GIMNASIO MUNICIPAL
Agradecemos tambien la ayuda continua, el apoyo de Raul, siempre con esa energia positiva, es pàra nosotros un ejemplo a seguir..GRACIAS
LOS ESPERAMOS ELDIA 1/12 EN EL GIMNASIO MUNICIPAL
miércoles, 19 de noviembre de 2008
Leandro Dagand
La esb 5 te agradece todo lo que brindaste por la escuela, el compromiso, la amistad, siempre tu buena onda, tus palabras de aliento en el momento justo, tus ganas de trabajar con los chicos, teniendo ideas geniales siempre, esperamos contar con vos dentro de poco nuevamente, sentimos una perdida enorme, te deseamos felicidades por tu futuro casamiento, vas a ser muy feliz, TE LO MERECES!
TE QUIERE MUCHO Y TE ESPERA ESB 5
TE QUIERE MUCHO Y TE ESPERA ESB 5
MESAS DE EXAMENES PREVIOS
LOS DIAS 11, 12 Y 13 DE DICIEMBRE SE REALIZARAN LAS MESAS DE EXAMENES PREVIAS, ACERCATE PARA AVERIGUAR HORARIOS....
ADIOS DE EXCELENTES PROFES
Con mucho dolor de la comunidad educativa, realizamos la despedida de DOS excelentes docentes de nuestra institucion, queridos por todos, ya que a partir del año 2009 no contaremos en nuestro plantel con Dabadie Ernesto, nuestro gaucho y Peñalva Hector, nuestro cantante y amigo, ya que progresan en su vida profesional y se van a nuevos rumbos...le deseamos felicidades y que puedan realizar sus sueño, Ernesto luego de 40 años de labor docente decide alejarse del sistema educativa sintiendo que ya cumplio un ciclo, todos reconocemos el compromiso que tuvo con la escuela, alumnos, compañeros, se los extrañara mucho, quedando un hueco muy grande y dolor en el corazon, sabemos que podremos contar con ellos para lo que sea, como ellos con nosotros, las puertas estaran abiertas siempre...SUERTE....BESOS
BIENVENIDA SUSANA GAUDENZI

Queremos compartir con ustedes la alegria de contar en nuestro plantel con Susana como directora interina hasta que Mabel Espindola se recupere su lesion, sabemos que es una gran persona y profesional, todos nos sentimos muy contenidos por ella...
Tambien agradecemos por todos estos años de acompañamiento a nuestra secretaria Viviana Gustenelli, que por diferentes motivos dejo el cargo, volviendo a sus horas como profesora de la institucion de ciencias naturales, los alumnos estan muy contentos por eso, la respetan mucho como docente.
El año 2009 nos encontrara diferentes, con muchos cambios, siendo nuestra nueva secretaria Susana Gaudenzi, que como ya mencionamos es muy apreciada por todo el plantel docente, alumnos, y comunidad educativa en general.
SUERTE, GRACIAS
Tambien agradecemos por todos estos años de acompañamiento a nuestra secretaria Viviana Gustenelli, que por diferentes motivos dejo el cargo, volviendo a sus horas como profesora de la institucion de ciencias naturales, los alumnos estan muy contentos por eso, la respetan mucho como docente.
El año 2009 nos encontrara diferentes, con muchos cambios, siendo nuestra nueva secretaria Susana Gaudenzi, que como ya mencionamos es muy apreciada por todo el plantel docente, alumnos, y comunidad educativa en general.
SUERTE, GRACIAS
Maby mama
LA ESB 5 FELICITA A NUESTRA COLEGA Y AMIGA MABEL PILLA POR SU EMBARAZO EL CUAL VIENE A LO GRANDE...MELLIZOS....ESPERAMOS QUE PASE UN EMBARAZO HERMOSO Y ESTAMOS RE CONTENTOS POR ELLA, ESPERANDO VERLOS PRONTO A LOS TRES...BUENO FALTA TODAVIA PERO EN MAYO VAN A PASAR A PERTENECER A NUESTRO PLANTEL...
FELICIDADES
FELICIDADES
lunes, 21 de julio de 2008
MUESTRA DIA DE LA MEMORIA
TRABAJO REALIZADO EN BIBLIOTECA POR ALUMNOS DE 9º AÑO
Durante la muestra nuestros alumnos tambien ofrecieron una recopilacion con 50 temas referidos a la dictadura, en formato mp3, pedian tambien la colaboracion de $2 para cubrir los gastos, GRACIAS A TODOS ya que vendimos todos los cd´s y la gente se quedo con ganas de mas, en otra ocasion repetirmos la experiencia.
Ahora disfruten de esta presentacion en formato power point, ya que fue realizado con mucho por esfuerzo......ESPERO LE GUSTE
Durante la muestra nuestros alumnos tambien ofrecieron una recopilacion con 50 temas referidos a la dictadura, en formato mp3, pedian tambien la colaboracion de $2 para cubrir los gastos, GRACIAS A TODOS ya que vendimos todos los cd´s y la gente se quedo con ganas de mas, en otra ocasion repetirmos la experiencia.
Ahora disfruten de esta presentacion en formato power point, ya que fue realizado con mucho por esfuerzo......ESPERO LE GUSTE
Teatro en la escuela
Vamos a participar en una obra de teatro, junto a otras escuelas secundarias y secundarias basicas del distrito, el tema Prevencion de HIV y sustancias psicoactivas (drogas), nuestro elenco se conforma con alumnos de 8º año, tanto turno mañana como turno tarde, encabezado por nuestro protagonista Develjakovic Emanuel, 8º D. Ayudamos con este proyecto Mabel Pilla y Salas Yanina, con un guion adaptado por Yanina Salas de autoria de Pilla Mabel. Esperamos que todo nos salga bien, las ganas estan y los chicos estan muy motivados. SUERTE
Bingo a beneficio de las bibliotecas
El dia 12 de julio a las 14 Hs. se realizo en La humanitaria un bingo a beneficio de las bibliotecas de ESb 5 y EPB 2 fue un exito asistieron numerosos padres, docentes, alumnos, se agradece su colaboracion. Sobre todo el apoyo de los docentes que trabajaron arduamente a nosotras, estamos muy contentas ya que con el dinero recaudado se compraran material bibliografico, didactico. MUCHAS GRACIAS, pronto estaremos disfrutando de los beneficios, con cariño Graciela, Silvia y Yanina (bibliotecarias)
domingo, 25 de mayo de 2008
Blogs en la biblioteca
Cada vez son más las bibliotecas que están haciendo uso de la tecnología de los weblog para sus servicios de información y comunicación. De igual forma, el número de profesionales que mantienen una bitácora en España sobre temas bibliotecarios es ya significativo. Una buena síntesis de los blogs realizados por centros de información, entidades y personas vinculadas con las bibliotecas ha sido realizada por el equipo de SEDIC Blog y publicado recientemente, en el artículo Blogs de Biblioteconomía y Documentación en España. La utilidad de este tipo de recursos ha sido el motivo por el que se ha convocado la mesa redonda Los blogs en la biblioteca 2.0, que se desarrollará como actividad paralela en las X Jornadas Españolas de Documentación y donde participarán algunas de las personas e instituciones que más están contribuyendo al desarrollo de este intrumento profesional en el estado español.
Iniciativas de bibliotecas digitales
Hace un año Google dio los primeros pasos de su biblioteca digital con la construcción de Google Book Search, hasta hace poco conocido como Google Print. Para este proyecto se asoció con editores e importantes bibliotecas (cuatro norteamericanas y una europea), con la pretensión de digitalizar unos 15 millones de libros. Debido a problemas con los derechos de autor, este proyecto ha sufrido numerosas críticas y denuncias por parte de las asociaciones de editores norteamericanas, que han supuesto su ralentización e incluso su paralización temporal.Poco después, otro gran buscador, Yahoo, reacciona liderando el proyecto Open Content Alliance (OCA) en el que intervienen Microsoft, HP y Adobe así como una docena de bibliotecas norteamericanas y europeas. Aunque todavía no está operativo, pretende la digitalización de 150.000 libros en una primera fase. Eso sí, se comprometen a pedir el permiso correspondiente para la publicación en Internet de cada imagen digitalizada, para así evitar los problemas que arrastra Google. En este proyecto es significativo el acuerdo alcanzado entre Microsoft y la Biblioteca Británica para la digitalización de 100.000 libros. Google vuelve a la carga la primera semana de noviembre, anunciando la nueva colección de libros digitalizados, en su mayor parte libros antiguos de dominio público y que pretende completar con libros actuales en un breve periodo de tiempo.
miércoles, 21 de mayo de 2008
Mateo y su gato rojo
A Mateo le regalaron un lindo cuaderno de tapa dura. Grande y celeste, de páginas blanquísimas; sin líneas, que invitaban a dibujar.
Tomó un lápiz rojo y dibujó un gato que estaba contento. Casi podía oír su ronroneo. Se fue a dormir satisfecho, pensando en su gato rojo y feliz.
Pero al otro día, al abrir el cuaderno, el gato había perdido la sonrisa. Mateo se preocupó y pensó que tendría hambre. Entonces le dibujó un plato con leche y cerró el cuaderno.
Lo primero que hacía al levantarse era abrir el cuaderno para ver cómo seguía su gato. Esta vez tenía mejor semblante, pero igual no parecía muy feliz. Mateo pensó qué más necesitaría. Dibujó entonces un almohadón mullido para que no tuviera frío. Luego, un ovillo de lana y una pelota saltarina, pero no dio resultado.
A la noche se le ocurrió una buena idea. Tomó el cuaderno, pintó un ratón de largos bigotes y se ocupó especialmente de dibujarle una gran sonrisa. En medio de su sueño una idea lo sobresaltó, abrió el cuaderno y le agregó un cartel que decía: “Por favor, no me comas”. También dibujó un pedazo de queso.
Ahora se hacían compañía. A veces encontraba al ratón durmiendo en el lomo del gato o al gato lamiendo al ratón. Pero al cabo de un tiempo, tanto el ratón como el gato, habían perdido su sonrisa.
Mateo ya no dormía. A veces, abría apenas el cuaderno y espiaba entre las hojas. Pero estaba seguro, algo andaba mal.
Estuvo pensando largo tiempo hasta que comprendió. Abrió el cuaderno y dibujó una ventana abierta, una luna y un cielo de estrellas.
A la mañana siguiente, las hojas de su cuaderno volvieron a ser blanquísimas, sin líneas e invitaban de nuevo a dibujar.
Extraido de www.educared.org.ar/enfoco/imaginaria/biblioteca
Tomó un lápiz rojo y dibujó un gato que estaba contento. Casi podía oír su ronroneo. Se fue a dormir satisfecho, pensando en su gato rojo y feliz.
Pero al otro día, al abrir el cuaderno, el gato había perdido la sonrisa. Mateo se preocupó y pensó que tendría hambre. Entonces le dibujó un plato con leche y cerró el cuaderno.
Lo primero que hacía al levantarse era abrir el cuaderno para ver cómo seguía su gato. Esta vez tenía mejor semblante, pero igual no parecía muy feliz. Mateo pensó qué más necesitaría. Dibujó entonces un almohadón mullido para que no tuviera frío. Luego, un ovillo de lana y una pelota saltarina, pero no dio resultado.
A la noche se le ocurrió una buena idea. Tomó el cuaderno, pintó un ratón de largos bigotes y se ocupó especialmente de dibujarle una gran sonrisa. En medio de su sueño una idea lo sobresaltó, abrió el cuaderno y le agregó un cartel que decía: “Por favor, no me comas”. También dibujó un pedazo de queso.
Ahora se hacían compañía. A veces encontraba al ratón durmiendo en el lomo del gato o al gato lamiendo al ratón. Pero al cabo de un tiempo, tanto el ratón como el gato, habían perdido su sonrisa.
Mateo ya no dormía. A veces, abría apenas el cuaderno y espiaba entre las hojas. Pero estaba seguro, algo andaba mal.
Estuvo pensando largo tiempo hasta que comprendió. Abrió el cuaderno y dibujó una ventana abierta, una luna y un cielo de estrellas.
A la mañana siguiente, las hojas de su cuaderno volvieron a ser blanquísimas, sin líneas e invitaban de nuevo a dibujar.
Extraido de www.educared.org.ar/enfoco/imaginaria/biblioteca
domingo, 18 de mayo de 2008
cuento
Ramón Miquel i Planas
EL LIBRERO ASESINO DE BARCELONA
El taller de libros. La Coruña 2007
En un callejón angosto y oscuro de Barcelona, vivía no hace mucho tiempo, uno de esos hombres de rostro demacrado, de mirada turbia y aviesa; uno de esos personajes de condición satánica y desconcertante como aquellos a quienes daba vida, en sus desvaríos, Hoffmann, el autor de los célebres Cuentos fantásticos. Era el librero Vicents.
Tenía, nuestro hombre, apenas treinta años, pero parecía un viejo maltrecho; era alto de estatura, pero andaba encorvado como un anciano. Sus cabellos eran blancos y muy largos, sus manos fuertes y nervudas, secas y cubiertas de arrugas, e iba miserablemente vestido, con la ropa hecha harapos. Desgarbado, torpe al caminar, de facciones inexpresivas, triste, poco agraciado, de aspecto insignificante, eran muy raras las ocasiones en las que salía a la calle. Únicamente abandonaba su redil aquellos días en los que había en la ciudad mercado de libros de ocasión, raros o curiosos. Entonces si, nuestro hombre dejaba de ser un personaje indolente y receloso. Sus ojos brillaban codiciosos, su rostro se transfiguraba; corría, trotaba, se impacientaba, apenas conseguía disimular sus afanes, sus inquietudes, sus decepciones. Y al regresar a casa, jadeante, excitado, agobiado, de inmediato se dedicaba a contemplar a solas el libro que tanto había deseado obtener; parecía querer devorarlo con los ojos y lo acariciaba como un avaro a su tesoro, un padre a su hija muy querida o un rey a la corona que teme perder.
Jamás se le veía conversando con nadie, a excepción de los libreros de lance y los traperos. Huraño y caviloso, solo una cosa podía sacarle de su constante melancolía: los libros. Este era su único amor, su única pasión; una pasión devoradora que le consumía interiormente y que iba degradando poco a poco y fatalmente su existencia.
Muchas noches, sus vecinos podían seguir, a través de los cristales de las ventanas, las idas y venidas de su trémulo candil, que subía, bajaba, desaparecía, volvía a aparecer y en ocasiones se extinguía totalmente. Cuando esto último acontecía, Vicents llamaba a sus puertas y pedía lumbre para su candil, que una ráfaga de viento había apagado. Y de inmediato volvían a verle entre sus libros, roído por la fiebre, ajetreado toda la noche, recorriendo los innumerables pasillos de su almacén. ¡Quién le hubiera visto entonces, atareado ante aquellos inmensos anaqueles, con el pelo revuelto, los ojos llameantes, palpando con las manos temblorosas, ardientes de codicia y empapadas de sudor, los más preciados tesoros de su biblioteca!
De repente se le hubiera visto coger un libro y repasar con avidez todas y cada una de sus hojas; ora complaciéndose en el crujir del papel, ora resiguiendo con mirada hipnotizada las volutas de sus doraduras. Tan pronto comprobaba que las cubiertas estuviesen firmemente encuadernadas como controlaba, con sabiduría de experto, la calidad de las tintas, la nitidez de los caracteres, la disposición de los pliegos y la conformación de los colofones, hasta tropezar con la palabra “finis”. Y cuando por fin devolvía el libro a su estante (a menudo cambiándolo de lugar y situándolo mas arriba) nuevamente se quedaba como hipnotizado, contemplando un buen rato la disposición de los rótulos y la decoración del lomo.
Y cuando se dirigía al armario de los manuscritos, que eran algo así como sus hijos predilectos, aunque eligiese el más ruinoso y deteriorado de los libros, se quedaba embelesado, lo contemplaba con un afán voluptuoso, respiraba el perfume de sus pergaminos, cubiertos de una venerable capa de polvo; un placer indescriptible transfiguraba su rostro y sus labios se contraían en una sonrisa orgullosa. ¡Qué feliz era entonces aquel hombre! Era feliz, si, entre tanta sabiduría, una sabiduría cuya trascendencia moral y cuyo valor literario apenas era capaz de comprender. El era feliz entre los libros simplemente por las etiquetas gastadas de los mismos, por sus cansadas costuras, por esas vitelas deslucidas y trabajadas por la pátina de los siglos; en una palabra: a él, la ciencia que contenían aquellos volúmenes le era tan conocida como la luz del día a un ciego de nacimiento.
Esa era la triste verdad. Ante la sabiduría encerrada en los libros, el sólo era capaz de percibir sus formas, su expresión externa; amaba los libros solo porque eran libros, por su materialidad externa, por su título, por su perfume. Lo que más apreciaba en un manuscrito era su vieja fecha indescifrable, sus caracteres góticos ilegibles, sus complicados, exóticos y extravagantes ornamentos, sus dibujos cargados de oro; aquella patina polvorienta que empañaba sus páginas y que para él desprendía un perfume de suavísima frescura; aquella formula ritual de conclusión inscrita en una cinta sostenida por dos ángeles o en el zócalo de una fuente, en un túmulo, en un cesto de rosas o entre plumas doradas y azulados ramilletes.
La pasión de los libros le tenía, pues, completamente dominado, hasta el punto de que apenas comía, ni bebía, ni dormía, atrapado, tanto de día como de noche, en su obsesiva idea. Su imaginación languidecía ante la idea de una biblioteca que sería la más regia por su magnitud y por los hermosos y sublimes tesoros que albergaría. ¡Con que placer respiraba anticipadamente su imaginario perfume! ¡Qué orgulloso y feliz era al considerar las interminables hileras de volúmenes y más volúmenes que la formarían! ¡Cómo se perdía su mirada entre la innumerable multitud de sus libros! Había libros por todas partes: ¿Levantaba la vista? ¡Libros! ¿Bajaba la vista? ¡Más libros! Libros a la derecha, libros a la izquierda... ¡Libros y más libros! Y, con todo, a duras penas sabía leer.
En la ciudad era considerado una especie de sabio o de hechicero; en cualquier caso, un hombre extraño, y algo diabólico. Al verle con aquel aspecto salvaje, aquella palidez extrema y aquellos gestos amenazadores y sospechosos, nadie se atrevía a dirigirle la palabra. También era ciento que nadie podía afirmar que jamás hubiese lastimado a un semejante. Ni tampoco nadie le había visto nunca dando limosna a un pobre.
Eso si que no: todo su capital lo reservaba en beneficio de los libros, por los cuales se sometía a toda clase de privaciones. Por ellos lo había abandonado todo, incluyendo a Dios, dado que antes que librero había sido monje en el monasterio de Poblet. Más tarde les sacrificó aquello que los hombres más aman después de Dios: su hacienda. Y finalmente, acabó entregándoles algo que no se puede valorar con dinero: ¡el alma!
A
todo eso, ya hacia algún tiempo que sus veladas nocturnas se prolongaban más de lo acostumbrado. Su candil estaba encendido hasta altas horas de la noche. Al parecer, había adquirido un nuevo tesoro, un manuscrito singular.
Una mañana, un joven estudiante de la Universidad de Cervera entró en su librería. Parecía adinerado, porque con el iban dos criados que se quedaron a la puerta a vigilar la mula que montaba. Iba tocado con un sombrero de terciopelo rojo y llevaba los dedos cargados de sortijas. A pesar de ello, no iba alardeando de su fortuna, como suelen hacer ciertos personajes que se hacen acompañar de criados llenos de galones y que ostentan magnificas vestiduras. Aquel joven no era un ser frívolo, sino un verdadero sabio, aunque no uno de esos sabios ricos que tanto abundan en Paris, que trabajan en pupitres de caoba, manejan libros bellamente encuadernados y ornamentados y tienen su gabinete literalmente cubierto de curiosidades chinescas; me refiero a uno de esos personajes que reciben en bata y zapatillas las visitas de dos o tres damas que le piden que les lea sus versos, su prosa o un fragmento de la novela que están escribiendo, y que acceden a ello sin dejar de arrullar al gato que dormita en la alfombra o de juguetear con su reloj de oro; y todo para que las damas puedan exclamar: ¡Que talento el vuestro, maestro!, aunque en el fondo crean encontrarse ante el más vacuo y bobo de los hombres.
Nuestro joven estudiante era de maneras corteses. Saludo al librero desde la entrada con una respetuosa reverencia. Y a continuación dijo, con voz afectuosa:
-Decidme, señor Vicents, ¿no tendréis por casualidad algún manuscrito antiguo que me pueda interesar?
El librero le contemplo un instante y, lleno de confusión, mascullo esas palabras:
-¿Quién os ha dado esta información?
-Nadie. Os lo pregunto por que he pensado que tal vez tengáis alguno en vuestro poder.
Y mientras pronunciaba estas palabras sacó una bolsa llena de monedas de oro y las hizo tintinear antes de depositarla encima de la mesa.
-La verdad, señor, es que sí tengo algún manuscrito, pero no está en venta, pues prefiero conservarlo yo personalmente.
-¿Y eso por qué? ¿Para que lo queréis?
-¿Que para qué lo quiero? –Contestó el librero, con el rostro encendido por la ira-
¿Acaso ignoráis, señor, lo que es un manuscrito?
-Disculpadme, maestro. Pero creo tener la información suficiente como para sospechar que tenéis en vuestro poder un códice de la Crónica d´en Puigpardines.
-¿Quién? ¿Yo? ¡Os han engañado señor!
-¡No, Vicents, no! –Contestó el joven-. Pero no os preocupéis, que no he venido a quitároslo. He venido a comprarlo.
-No lo vendería por nada del mundo.
-¡Claro que lo vais a vender! –Insistió el estudiante- . Y sé que obra en vuestro poder porque fue vendido con la biblioteca del Marques de Llió.
-¡Pues sí que lo tengo! Y es mi tesoro, mí vida. ¡Y no pienso dejar que me lo arrebate nadie, señor! ¿Queréis saber una cosa? Patxot, ya sabéis, el librero Patxot, el que tiene un puesto de venta en los Encantes, me lo había disputado. Es mi competidor. Pero él no consiguió hacerse con el manuscrito y yo sí. ¡Y ahora es mío!
-Está bien, ¿y cuánto creéis que puede valer?
Vicents tardó un buen rato en responder, y cuando lo hizo fue con estas provocadoras palabras:
-¡Doscientas libras! ¡Eso es lo que vale!
Y se quedó contemplando al joven, con aire de victoria y como diciéndole: .
Estaba en un error, por que el joven, mostrándole su bolsa, le dijo:
-Aquí hay trescientas libras. ¿Dónde esta ese manuscrito?
Vicents palideció y pareció a punto de desmayarse.
-¡Trescientas libras! –iba repitiendo-. ¡No, no puede ser, señor! Es que...estoy un poco loco... ¡No! ¡No pienso venderla ni por cuatrocientas libras!
El estudiante soltó una carcajada y, tras rebuscar en sus bolsillos, sacó otras dos bolsas de dinero.
-¡De acuerdo, Vicents! Aquí tenéis quinientas libras. ¿Cómo? ¿Seguís negándoos a venderme la Crónica? Os aseguro que la necesito. He de tenerla y la tendré. La quiero ahora mismo. Estoy dispuesto a conseguirla sea como sea, aunque tenga que desprenderme de esta sortija, que es una prenda de amor; aunque tuviera que desprenderme de mi espada guarnecida de diamantes, que recibí en herencia junto a una granja familiar y otras propiedades. ¡Incluso el alma entregaría por este libro! Os digo que tengo que obtenerlo como sea, pues dentro de ocho días debo defender en la Universidad de Cervera una tesis histórica con la que pienso doctorarme. Pensad que quiero ser obispo y que vuestra Crónica puede ayudarme a desbrozar el camino que conduce al Papado. ¡Si, quien sabe si con el tiempo puedo obtener, gracias a ella, la tiara papal!
Entonces, Vicents se acerco al joven y le contempló fijamente, con respeto y admiración, como si fuera el primer hombre al que realmente comprendía.
-Escuchadme, Vicents –siguió diciendo el joven-, os voy a comunicar algo que puede traeros la fortuna y procuraros la riqueza: muy cerca de aquí, en el barrio judío, hay un individuo que posee un ejemplar de los Furs de Valencia en letra gótica.
-¿Es cierto eso? ¿Los Furs de Valencia?- exclamó Vicents, con un sobresalto ¡Oh, gracias, gracias! ¡Me habéis hecho recuperar la alegría de vivir!
-¡Pues, daos prisa y entregadme vuestro manuscrito de la Crónica d´en Puigpardines!
El librero se dirigió hacia una estantería, se detuvo súbitamente y, fingiendo una gran sorpresa, exclamo:
-¡Dios mío! ¡Pero si ya no lo tengo!
-¡Vamos, Vicents! ¡No pretenderéis engañarme con vuestras astucias! ¡Por mucho que mientan vuestros labios, vuestro rostro es incapaz de ocultar la verdad!
-¡Os lo juro, señor! ¡No lo tengo!
-¡Estáis loco, Vicents! ¡Está bien, aquí tenéis seiscientas libras!
Finalmente, a Vicents no le quedo más remedio que sacar el libro y dárselo al joven, al tiempo que le hacia una recomendación:
-Sobre todo, ¡tratadlo bien! ¿Lo haréis?
Pero el joven estudiante ya había abandonado la librería, con una sonrisa de triunfo en los labios. Y mientras montaba en su mula, iba comentando su éxito con los criados:
-¡Ya podéis ir diciendo que vuestro patrón esta loco, ya! ¡Ahora mismo acabo de engañar a uno que está más loco que yo! ¡Será bobo, el fraile! ¡Mira que creerse que tengo intenciones de llegar a Papa!
Mientras, el pobre Vicents se había quedado pensativo y lleno de rencor, con la enfebrecida frente apoyada en los cristales de su ventana, contemplando con dolor como los desvergonzados criados del joven se hacían cargo de su códice, de aquel manuscrito objeto de sus afanes y de sus afectos.
-¡Maldito seas! –Profería entre dientes-. ¡Maldito seas cien veces, pues te llevas lo que más quería en el mundo! ¿Cómo voy a vivir ahora? ¡Y cómo me ha engañado! Pero no... Porque si no me hubiera dicho la verdad, yo podría vengarme de él. ¡Oh, sí! ¡Rápido! ¡Tengo que ir al barrio judío! Pero... ¿y si aquel hombre me exige un precio que no me es posible pagar? ¿Qué voy a hacer? ¡Es desesperante!
Cogió el dinero que el estudiante había dejado encima de la mesa y salió corriendo.
Cruzaba las calles anheloso, sin ver nada de lo que pasaba a su alrededor. La realidad que le rodeaba era para él como una fantasmagoría de cosas carentes de interés. No percibía a los demás transeúntes, ni oía el trajinar de los carruajes que rodaban por el pavimento de la calle, por que su espíritu estaba dominado por una idea fija: aquel libro. ¡Solo veía los Furs de Valencia! Y el hecho es que los estaba viendo: se los imaginaba espléndidos de papel y de impresión, como obra que eran de aquel célebre impresor llamado Dalmart; y trataba de adivinar el número de sus páginas, su grosor y su formato. Se iba preguntando si estaría encuadernado en pergamino sencillo o en piel de ternera y sin ornamentos, a la manera morisca. Y aceleraba el paso para llegar a tiempo, con la misma inquietud que experimentaría un condenado a muerte en espera de la conmutación de su pena.
Aparentemente, el estudiante no le había engañado. En efecto, encima de una vieja alfombra persa, deshilachada y agujereada, había unas cuantas docenas de volúmenes desordenadamente esparcidos. Vicents, sin dirigir la palabra al hombre que, tendido junto a los libros, roncaba de cara al sol, se arrodillo sobre la alfombra y empezó a leer, con mirada inquieta, los títulos de los lomos. Pero al poco rato se levantó de nuevo, malhumorado y contrariado, y se decidió a despertar al vendedor de libros para preguntarle:
-¡Eh, amigo! ¿No tendrás por casualidad unos Furs de Valencia?
-¿Cómo dice? –Exclamó el hombre frotándose los ojos-. Como no sea uno de esos libros que tengo por ahí. Búsquelo usted mismo...
-¡Vamos, hombre! ¿Eso es todo lo que tienes? –preguntó Vicents impacientándose-
-¡Que va! ¡Tengo muchos más! ¡Aquí están!
Y diciendo esto le mostró un gran paquete de libros, que Vicents desató de inmediato y cuyo contenido examinó en muy pocos segundos.
-¡Aquí no está! –Exclamó- ¿No lo habrás vendido ya, maldito seas? ¡Búscalo bien, seguro que lo tienes! Te daré cien libras por él... doscientas... lo que quieras.
El trapero se quedo mirando a Vicents con estupor y finalmente dijo:
-Como no sea el libro que se llevó ayer por ocho sueldos el párroco de la Merced...
-¿No recuerdas el título?
-Déjame pensar...
-¿No te suena eso de Furs e ordinacions fetes per los gloriosos reys de Aragó als regnicols de Valencia...?
-Si, creo que se titulaba así.
Vicents retrocedió unos cuantos pasos como si fuese a caer de espaldas sobre el polvo, y a continuación se marchó precipitadamente, como acosado por una visión obsesiva.
Cuando se hubo tranquilizado un poco, ya era tarde y un sol rojizo que anunciaba el atardecer estaba a punto de ocultarse por el horizonte. Sólo entonces, febril y desesperado, se decidió Vicents a regresar a casa.
Ocho días más tarde, Vicents no sólo no se había recuperado totalmente de su decepción, sino que la herida que ella le había provocado era si cabe más viva y sangrante. Además, hacía ya unas cuantas noches que una nueva preocupación había venido a dificultarle el descanso. Se había anunciado la venta en pública subasta de una rica librería particular que contenía, según afirmaban los expertos, el único ejemplar conocido del primer libro impreso en España. Ya hacía tiempo que diversos libreros le habían puesto el ojo encima, y entre ellos y muy especialmente Vicents, que se había ilusionado con la idea de poseerlo. Por esta razón, la noticia de la muerte del propietario de aquella biblioteca le produjo una gran alegría.
Pero muy pronto una viva inquietud se había apoderado de su alma: seguro que Patxot también pretendía conseguir el singularísimo ejemplar. El tal Patxot era un competidor que, de un tiempo a esa parte, le iba arrebatando no los compradores, que eso le traía sin cuidado, sino cualquier ejemplar raro y curioso que alguien ponía en venta. Era por esa razón que Vicents le odiaba profundamente y maldecía su nombre con rencor sólo digno de un bibliómano. Patxot se había convertido en una autentica obsesión, por que en todas las subastas públicas superaba sus pujas y acababa arrebatándole todos los códices y todos los incunables que se ponían a subasta. ¡Cuántas veces el antiguo monje de Poblet había visto destruidos sus anhelos más fervientes cuan el tal Patxot alargaba el brazo por entre la multitud para llevarse ese tesoro con el que Vicents había estado soñando tanto tiempo y en el cual había depositado tantas esperanzas! ¡Y cuántas veces, también, había sentido la tentación de resolver por medio de la violencia un asunto que ni el dinero ni la perseverancia habían podido resolver! Pero de inmediato ahuyentaba de su pensamiento tales ideas, trataba de anestesiar su rabia con el propio odio que experimentaba hacia aquel hombre y acababa durmiéndose con la cabeza reclinada sobre uno de sus libros.
Muy de mañana, Vicents se presentó a la entrada de la casa en la que iba a celebrarse la subasta; llegó antes que el subastador, antes que el público y antes incluso de que saliera el sol. Y cuando, después de una larga espera, se abrieron las puertas del local, se lanzó escaleras arriba, entró en la sala de subastas y pidió que le dejaran ver el libro. Cuando se lo mostraron, experimento un anticipo de lo que debería ser la suprema felicidad: jamás había podido ver nada parecido, una obra que aparentemente era desconocida de todos los bibliógrafos, ninguno de los cuales había podido describirla jamás y ni tan solo había sospechado su existencia.
Se trataba de una Gramática latina destinada al uso de los estudiantes catalanes: era un pequeño volumen en octavo de un centenar de páginas de impresión gótica. No era ninguna maravilla del arte tipográfico, pero era el único ejemplar de una edición singularísima cuyo colofón, fechado sin ningún género de dudas con las cifras 1468, hacía retroceder entre cinco y seis años la fecha hasta entonces aceptada como la de la introducción de la imprenta en España.
Vicents examinó detenidamente el curioso ejemplar, asegurándose de su incontrovertible autenticidad; leyendo sus primeras líneas: ; y saboreando palabra a palabra la subinscripción con que terminaba y que decía así: .
Su admiración no tenía limites; estrujaba el libro con sus manos y deseaba no tener que soltarlo y podérselo llevar de inmediato, con un anhelo parecido al de un indigente a quien presentasen una cuantiosa cantidad de dinero,
¡Vicents no había experimentado jamás un deseo tan imperioso como el que sentía por aquel libro en aquellos momentos! Si no podía obtenerlo con las seiscientas libras que llevaba encima, estaba dispuesto a dar a cambio cualquier otro de sus libros, cualquiera de sus manuscritos, incluso parte de su propia sangre. Anhelaba poseer aquel ejemplar, deseaba tenerlo en su poder, para comunicarlo a España entera y mostrarlo a la admiración de todos, causando la envidia de sabios y coleccionistas, y la del propio rey, que por ningún precio hubiera podido tenerlo en su biblioteca. Y pensaba en la decepción de Patxot, si llegaba a dejárselo escapar por distracción o por ignorancia, y en el placer que le produciría poderle decir: .
Por fin llegó el momento de realizar la subasta. ¡Oh, fatalidad! ¡Allí estaba Patxot, en medio de la sala, con su rostro sereno, con su actitud calmosa y su sonrisa pacífica! Y cuando llegó el momento de pujar por la Gramática de Mates, Vicents fue el primero en ofrecer por ella veinte libras. Patxot no dijo nada, como si ni tan siquiera hubiese mencionado la Gramática. El ex monje iba ya a extender la mano, creyendo que nadie iba a disputarle su tesoro, y sintiéndose colmado de felicidad al obtener con tan poco esfuerzo el libro por el que había pensado tener que luchar ferozmente, cuando intervino Patxot:
-Cuarenta libras.
Vicents contemplo horrorizado la posibilidad de entablar una lucha con su tradicional adversario. Y le pareció descubrir en el rostro de este la firme decisión de ir aumentando sus pujas hasta donde fuera preciso.
-Cincuenta- Dijo, entonces, haciendo un esfuerzo.
-Sesenta- replicó Patxot.
-¡Cien!
-¡Cuatrocientas!
-¡Quinientas!- aulló materialmente el antiguo monje, como profiriendo un grito de dolor.
Y mientras él no podía disimular su nerviosismo, Patxot simulaba perfectamente una tranquilidad irónicamente provocadora. La voz ronca y estridente del oficial subastador había repetido ya por tres veces la palabra y Vicents estaba de nuevo ilusionado saboreando el triunfo, cuando de los displicentes labios del librero de la Plaza de los Encantes surgió, como quien no quiere la cosa, la nueva oferta:
-¡Seiscientas libras!
Cuatro veces anunció el subastador esta última puja sin que ningún nuevo ofertor la mejorase. Pero en un rincón de la sala hubierais podido ver a un hombre de rostro cadavérico, poseído por un extraño temblor, sonriendo amargamente con una mueca propia de uno de los condenados del infierno de Dante... Cuando Vicents, al cabo de un buen rato, levantó la cabeza y la sacudió con un ramalazo de orgullo, su mano abandonó también el pecho desnudo sobre el que había estado contraída: sus dedos estaban manchados de sangre, pues con las uñas se había desgarrado la piel.
Y a todo eso, el libro había recorrido ya, de mano en mano, toda la sala, antes de pasar definitivamente a las de Patxot. Por un instante, incluso estuvo cerca de Vicents, que pudo respirar el perfume de su cubierta de viejo pergamino, pero pronto desapareció de su lado y volvió a las del afortunado comprador, que ahora ya no trataba de disimular la satisfacción que le embargaba.
El antiguo monje de Poblet, mientras, ocultaba el rostro entre las manos y rompía a llorar cegado por el odio, con un llanto silencioso y comprimido. Y cuando más tarde se marchó, su andar era tan vacilante y desigual, y su mirada tan abstraída e idiotizada, que más que un paseante normal parecía un loco o un borracho. Su frente estaba cubierta de sudor, sus ojos semicerrados dejaban escapar llamaradas de ira, mascullaba entre dientes terribles amenazas y todo en el revelaba la profunda turbación de su alma y la total alienación de su voluntad.
Si, se había vuelto irremediablemente loco. Lo que había sucedido había acabado definitivamente con su razón; estaba cansado de la vida y la existencia le parecía, desde aquel momento, una carga intolerable. Hasta al cabo de mucho tiempo nadie volvió a verle por la calle. Era domingo y la gente paseaba tranquilamente por calles y plazas, riendo y conversando. El antiguo monje prestaba mucha atención a lo que decía la gente, y así iba captando unas palabras por aquí, un fragmento de frase por allí, una exclamación de horror o un grito de indignación más allá. Y lo que oía en uno y otro lado iba formando una especie de clamor generalizado que se aferraba a sus oídos con una persistencia enojosa y que acababa aturdiéndole completamente, como si un enjambre de abejas zumbase en el interior de su cabeza.
Ora eran dos artesanos que conversaban y uno le decía al otro:
-Oye, ¿te has enterado de que han encontrado a un pobre cura muerto al pie de las murallas?
Ora era un grupo de mujeres que estaba tomando el fresco al la puerta de un portal y que conversaban de esa guisa:
-Marta, ¿te acuerdas de aquel joven estudiante de Cervera? Si, mujer, ese que se llamaba Don Bernardo y que era tan rico, y que hace poco estuvo por aquí montado en una mula negra... ¡Pues le han asesinado! Eso me han dicho esta mañana cuando salía de misa.
-¿Asesinado? –preguntó, intrigada, una jovencita.
-Si, chica, si. Se alojaba en el Hostal del Sol y ayer por la noche ya les intrigo que no se hubiera presentado a dormir. Y según dicen, esta madrugada lo han encontrado tendido en la calle, con varias puñaladas en el cuerpo.
Esa y otras conversaciones que iba oyendo Vicents le producían una curiosa excitación. Y si alguien le hubiera observado atentamente, habría podido descubrir en sus labios una sonrisa de felicidad.
Finalmente, cansado de dar vueltas, el librero regresó a su casa. Y una vez en ella, agotado y hundido, se tendió cuan largo era en uno de los bancos de la librería. Dormía y un ruido ronco y cavernoso se escapaba de su pecho, que latía con violencia: una horrorosa pesadilla se había apoderado de su alma y le torturaba manteniéndole en una pugna cruel que consumía sus fuerzas.
De pronto se despertó. Era de noche y acababan de dar las once en la cercana torre de Santa Maria. Entonces, como impelido por una fuerza misteriosa, Vicents se levantó del banco en que estaba tendido y salió de nuevo a la solitaria calle, para perderse rápidamente entre las sombras, como un murciélago...
Media hora mas tarde, reaparecía sigilosamente a la puesta de su librería. Apenas acababa de abrir la puerta cuando unos hombres pasaron corriendo por su lado gritando: < ¡fuego! ¡fuego!>. Levantó la mirada y, efectivamente, pudo ver el resplandor de las llamas que se extendía por encima de las azoteas de la vecindad. Aunque no pareció inmutarse demasiado.
-¡Hay fuego en los Encantes! ¡Se está quemando la librería de Patxot! Oyó, al cabo de un rato, que gritaban unos vecinos.
Vicents se sobresaltó y una estridente risotada surgió de lo más profundo de su corazón. Vaciló unos instantes, pero finalmente se decidió a acudir con la multitud al lugar del incendio.
El edificio se estaba consumiendo: las llamas salían de todas partes, altivas y terribles, y movidas por el viento se elevaban hasta muy arriba, hacía el cielo azul desplegado como en manto de estrellas sobre la laboriosa colmena que era la ciudad.
El ex monje contemplaba la destrucción con una calma complacida, con esa sonrisita inconsciente del niño malcriado que disfruta observando el resultado de una de sus fechorías.
Pero, de pronto, Vicents se dio cuenta de que en una de las habitaciones del piso superior el fuego se había hecho presa de un montón de libros, y por su cabeza debió de pasar una idea extraña, pues se lanzó con decisión hacia la parte trasera del edificio incendiado, agarro al paso una escalera de mano, la apoyo contra la tiznada y tambaleante pared, subió a toda prisa los peldaños que temblaban bajo sus pies y alcanzó por fin la ventana, por la que desapareció como tragado por la nube de humo que de ella salía.
Atravesó varias habitaciones. El suelo crujía bajo sus pies, las puertas estallaban a su paso, las vigas del techo se retorcían por encima de su cabeza, pero el corría por entre las llamas como un endemoniado. No sabía exactamente hacia donde encaminarse, pero no dejaba de correr. Finalmente, llegó ante una puerta que aun estaba intacta. La derribó de un patada y penetró en una recamara oscura y estrecha. Avanzó a tientas y sintió en las yemas de sus dedos el contacto de los libros. Aquello era. No cabía duda, el sancta sanctorum de Patxot.
Cogiendo a manos llenas los libros de los anaqueles llenó hasta atiborrarlos los anchos bolsillos de su traje, hasta que la cada vez más densa humareda le obligó a abandonar la habitación. Volvió sobre sus pasos, poseído de un delirio aún mayor, saltando por encima de un piso cada vez mas destrozado y deslizándose como una salamandra entre las llamas. Pero no fue capaz de encontrar la ventana contra la cual había apoyado la escalera cuando había entrado, o tal vez quiso evitar a propósito aquella salida. Finalmente, consiguió descolgarse por otra ventana y tuvo que aferrarse desesperadamente con manos y piernas a los salientes del muro. Cuando por fin pudo poner los pies en el suelo del desierto callejón, se vio obligado a tenderse y a revolcarse por el suelo para apagar el fuego que se había prendido de sus ropas.
A la mañana siguiente, la librería de Patxot se había convertido en un informe montón de humeantes escombros; y lo peor de todo era que su desgraciado propietario había encontrado la muerte entre ellos.
Habían transcurrido unas cuantas semanas desde aquel terrible acontecimiento y el librero Vicents se había ido convirtiendo, día a día, en un ser aún más huraño y extravagante, si cabe; ahora ya nada le distinguía de uno de esos seres miserables a los que el pueblo convierte en blanco de sus burlas allá donde los ve, sin que nadie se preocupe de averiguar las razones de su comportamiento y de sus extravagancias.
La verdad era que, por aquellos días, todo el mundo en Barcelona estaba preocupado por la inexplicable repetición de determinados hechos altamente impresionantes. Parecía que un mal hado se hubiese instalado en la ciudad, porque constantemente se descubrían en ella nuevos crímenes, realizados, como otros ocurridos tiempo atrás, por una mano misteriosa. Un estudiante alemán, de madrugada, en un recodo de la tortuosa calle de Basea; otro día era un famoso poeta castellano que se encontraba de paso en Barcelona, el que caía mortalmente herido en el Torrente de Malla; pocos días después, era encontrado sin vida, cerca de las Atarazanas, un joven pariente de la aristocrática familia Dalmases, que respondía al nombre de Don Pau Rafel de Boxarons. Varias personas más, muy conocidas en la ciudad, fueron cayendo en el espacio de algunas semanas sin que, en ninguno de los casos, la misteriosa mano que les había causado la muerte con uno o varios golpes de estilete hubiese tocado aparentemente ni el dinero, ni el reloj, ni ninguna de las joyas u objetos de valor que las victimas llevaban consigo. De lo cual había que deducir que los asesinos, suponiendo que fueran más de uno, no eran unos simples ladrones.
Debido a estas particularidades verdaderamente inexplicables, la imaginación popular tenía un ancho campo que recorrer respecto a aquellos crímenes, y así fue tomando cuerpo entre la gente la opinión de que todas aquellas muertes habían sido ordenadas ejecutar por un tribunal secreto de una supuestamente renacida inquisición. A partir de este momento, el alcalde y corregidor de la ciudad se decidió a abrir una rigurosísima investigación con el objeto de esclarecer, de una vez por todas, el impenetrable misterio en el que hasta entonces habían conseguido mantenerse los criminales.
Sin que existiese por parte de nadie la menor sospecha contra fray Vicents, y únicamente movidos por el celo con el que llevaban a cabo su cometido, los agentes de la autoridad se presentaron un buen día en su librería. Y efectivamente, no encontraron nada que pudiera servirles de indicio en su investigación; pero cuando, una vez finalizadas sus pesquisas, se disponían a marcharse, uno de los alguaciles tropezó y provoco la caída, de un anaquel disimulado tras una puerta, de un libro que resulto ser el Directorium inquisitorum (es decir, la guía de los inquisidores) de fray Nicolau Aymerich, obra impresa en Barcelona por Joan Luschner en 1503. Este hallazgo casual alarmó a los agentes, negativamente predispuestos contra cualquier cosa que estuviese relacionada con el temible tribunal, y esa fue la razón de que con renovado celo se dispusiesen a revisar de nuevo el anaquel del que había caído el libro. Así fue como encontraron un escondrijo del que fueron sacando, una tras otro, diversos libros, empezando por los celebres furs e ordinanacions de 1482 y acabando por la no menos célebre Gramática de 1468, aquella misma que, como todo el mundo interesado en el tema recordaba, había sido adquirida por Patxot en la ya legendaria subasta de unos meses atrás.
Interrogado entonces fray Vicents sobre el hecho de tener en su poder aquel libro único, que cabía suponer consumido por las llamas seis semanas antes, no pudo mantener durante mucho tiempo sus negativas y acabó confesando la verdad. Y cuando le prometieron que su biblioteca no sería dispersada, sino conservada en su integridad, accedió incluso a dar los detalles más precisos sobre los asesinatos que había cometido.
Exactamente habían sido doce lo aficionados a los libros a los que había asesinado, con el objeto de recuperar los ejemplares que, testarudamente, se habían empeñado en comprarle.
-Si –reconoció, mientras se persignaba devotamente-. Diré toda la verdad, tal como he prometido hacer. Soy un asesino, pero ha sido una buena causa la que me ha llevado al crimen. Pretendía hacer un bien a la ciencia, conservando para ella tesoros que de otro modo se habrían perdido. Si he obrado mal, haced de mi lo que os parezca, pero sobre todo no permitáis que mis libros se desperdiguen: sería absurdo castigar al baste por las culpas del asno que lo trasporta.
-Realmente fue contra mi voluntad –siguió diciendo- si accedí a vender el primero de mis preciados incunables, pero me vi obligado a ello por causas de fuerza mayor. Pongo al glorioso San Juan, patrón de los escribientes, como testigo de que, pese a todo, traté con todas mis fuerzas de disuadir al comprador; pero ni diciéndole que el ejemplar estaba en mal estado, ni asegurándole que tenía hojas escritas a mano, no quiso atender a razones y pagó lo que le pedía, marchándose a continuación. Y en cuanto me quedé sin aquel volumen, un deseo irresistible de recuperarlo se apoderó de mí. El cliente se había ido por la calle Ample; fui tras el hasta darle alcance y le dije:
. Pero el no quiso hacerme caso.
-Habíamos llegado a un paraje solitario. Yo ya me había dado cuenta de que sería imposible hacerle entrar en razón, por lo que le asesté un primer golpe con mi estilete. Cayó al suelo sangrando por la boca. Yo le di la absolución in extremis antes de rematarlo y me apoderé del libro. Mirad, es este. Se trata de una edición rarísima: De la imitació de Jesucrist e del menyspreu del món; impreso en Barcelona en 1482, con letra gótica, a dos tintas.
JUEZ.-No es ésta la única vez que habéis causado la muerte a la persona que os había comprado un libro...
FRAY VICENTS. -En verdad no. Como podéis comprobar, mi biblioteca es abundante y selecta, y, como dice el refrán, . Con el tiempo la fama de mis libros se había ex-tendido y constantemente me veía acechado por los coleccionistas.
j. -Explicadme, pues, cómo habéis asesinado a las demás victimas.
V. -¡Válgame Dios y las tres Marías! ¡Nada más fácil! Cuando me topaba con un comprador excesivamente aferrado al propósito de llevarse alguno de mis volúmenes, tenía la precaución, antes de dárselo, de arrancarle algunas hojas y guardarlas con mucho cuidado. El cliente, casi de inmediato, regresaba con el ejemplar para quejarse del defecto descubierto. Yo tomaba el ejemplar en mis manos fingiendo que quería examinarlo y, cuando ya estaba en mi poder, no me resultaba difícil atraer al comprador hacia un rincón oscuro de mi casa, donde, a buen seguro con la ayuda del buen ladrón, mi brazo sabía encontrar la fuerza y la habilidad para golpear sin vacilaciones. Y ya solo quedaba por hacer, una vez que había oscurecido, el trabajo de deshacerme del cuerpo del delito, llevándolo a un paraje más o menos apartado, de acuerdo con los vaivenes de mi fantasía.
J. -¿Y no se os revolvían las tripas ante la idea de matar a una criatura humana, hecha a imagen y semejanza de Dios Nuestro Señor?
V. -¡Todos hemos de morir un día u otro! Y los libros buenos, en cambio, hay que conservarlos. Y os aseguro –eso si que es verdad- que yo jamás dejaba de reponer en su lugar las hojas que había arrancado previamente de los libros.
J. -¿Y cometíais todos esos crímenes sin otro objetivo que la posesión de esos libros?
V. -¡Ay, señor juez! ¡Los libros son la gloria de Dios!
J. -Así, pues, ¿os confesáis también autor del incendio del almacén del librero Patxot, incendio que le causo la muerte?
V. -También eso se corresponde a la verdad. ¿Cómo podía yo permitir que un libro como la Gramática de mates, ejemplar único y absolutamente desconocido, siguiese en manos de mi competidor? Mi primera intención, al comprobar que él había podido conseguir el libro en perjuicio mío, había sido destruirlo a él juntamente con su tesoro. Pero, al ver que el fuego estaba a punto de destruirlo todo, lo pensé mejor y una idea imperiosa se apodero de mí. Me introduje, con gran peligro de mi propia vida, entre las llamas y, acompañado del buen San Dimas, logré llegar al lugar del que me fue posible rescatar esa y otras obras de precio incalculable.
J. –Si tan grande es vuestro amor por los libros, ¿cómo dejasteis que el fuego destruyese tantos?
V. – ¡No tenía otro remedio! Y además creo que todo lo que tenía algún valor en la librería de Patxot, me lo lleve yo.
J. -¿Y dinero? ¿Cogisteis alguna vez dinero?
V. -¿Dinero? ¿Llevarme yo dinero? ¿Acaso me tomáis por un vulgar ladrón?
Hechas estas confesiones, la labor del juez fue sumamente sencilla: comprobados los hechos y convicto el acusado de todos sus crímenes, el magistrado no dudó en pedir a la Sala, durante el juicio, que fray Vicents fuese condenado a muerte.
Su abogado defensor, sin embargo, no quiso renunciar a un desesperado recurso de última hora a favor del exmonje. Sostuvo calurosamente, que jamás un acusado tenía que ser condenado a tan grave castigo únicamente sobre la base de sus propias declaraciones; afirmó que en todo el proceso no se habían presentado pruebas suficientes, dado que los libros hallados en poder de fray Vicents podían provenir de cualquier otra procedencia legítima distinta de la que se les atribuía.
Frente a tales afirmaciones, el fiscal únicamente hizo la observación de que la Gramática de 1468, impresa en Barcelona por Johannem Gherlinc, era un ejemplar reconocidamente único y en poder, como era de conocimiento público, del librero Patxot.
Y fue entonces cuando el abogado defensor, apartándose teatralmente la toga del pecho, sacó un libro que mantenía oculto bajo ella y que mostró ostensiblemente a los presentes, al tiempo que declaraba que era otro ejemplar de la Gramática de Mates, totalmente idéntico al de fray Vicents.
-Y si existe un segundo ejemplar, concluyó su argumentación el abogado, también podría darse el caso de que existiesen un tercero y un cuarto y muchos más, y por lo tanto, no tener nada que ver el ejemplar de mi defendido con el de Patxot, que sin duda alguna fue devorado por el incendio.
En aquel momento, fray Vicents exclamó, con una voz tan débil que casi nadie pudo oírla con claridad:
-¡Oh, infeliz de mi! ¡Y yo que creía que mi ejemplar de la Gramática era único en el mundo!
Y tras decir esas palabras, cayó al suelo desmayado.
A Pesar de esta última incidencia del juicio, la sentencia fue la que había solicitado el juez: pena de muerte.
Fray Vicents, ya recuperado del desmayo, esperó la suerte que le esperaba sin inmutarse y con un semblante, incluso, más sereno y tranquilo. Alguien le dio a entender que tal vez podía conseguir el indulto si lo solicitaba al Papa. Pero el no quiso acogerse a esa posibilidad y solo suplicó insistentemente que su biblioteca fuese confiada al cuidado de aquella persona que, en toda España, tuviese la reputación de ser considerada la más experta conocedora del mundo de los libros.
Más tarde, cuando el público asistente ya había abandonado la sala de la Audiencia, fray Vicents pidió a su abogado que tuviese la bondad de dejarle examinar aquel ejemplar en que había basado su defensa. El letrado se lo entregó.
Entonces, el condenado tomó el volumen en sus manos con un cuidado exquisito. Lo contemplo detenidamente sin poder contener su intensa emoción e incluso dejó caer alguna lágrima entre sus hojas... Y de repente, como herido por un súbito y violentísimo acceso de rabia, desmenuzo entre sus dedos el pequeño volumen en octavo y lanzó lleno de ira los pedazos resultantes contra el rostro de su estupefacto defensor.
-Habéis mentido vilmente –le dijo-. Sabed, señor abogado, que mi ejemplar sigue siendo el único del mundo... ¿Lo entendéis?
FIN
EL LIBRERO ASESINO DE BARCELONA
El taller de libros. La Coruña 2007
En un callejón angosto y oscuro de Barcelona, vivía no hace mucho tiempo, uno de esos hombres de rostro demacrado, de mirada turbia y aviesa; uno de esos personajes de condición satánica y desconcertante como aquellos a quienes daba vida, en sus desvaríos, Hoffmann, el autor de los célebres Cuentos fantásticos. Era el librero Vicents.
Tenía, nuestro hombre, apenas treinta años, pero parecía un viejo maltrecho; era alto de estatura, pero andaba encorvado como un anciano. Sus cabellos eran blancos y muy largos, sus manos fuertes y nervudas, secas y cubiertas de arrugas, e iba miserablemente vestido, con la ropa hecha harapos. Desgarbado, torpe al caminar, de facciones inexpresivas, triste, poco agraciado, de aspecto insignificante, eran muy raras las ocasiones en las que salía a la calle. Únicamente abandonaba su redil aquellos días en los que había en la ciudad mercado de libros de ocasión, raros o curiosos. Entonces si, nuestro hombre dejaba de ser un personaje indolente y receloso. Sus ojos brillaban codiciosos, su rostro se transfiguraba; corría, trotaba, se impacientaba, apenas conseguía disimular sus afanes, sus inquietudes, sus decepciones. Y al regresar a casa, jadeante, excitado, agobiado, de inmediato se dedicaba a contemplar a solas el libro que tanto había deseado obtener; parecía querer devorarlo con los ojos y lo acariciaba como un avaro a su tesoro, un padre a su hija muy querida o un rey a la corona que teme perder.
Jamás se le veía conversando con nadie, a excepción de los libreros de lance y los traperos. Huraño y caviloso, solo una cosa podía sacarle de su constante melancolía: los libros. Este era su único amor, su única pasión; una pasión devoradora que le consumía interiormente y que iba degradando poco a poco y fatalmente su existencia.
Muchas noches, sus vecinos podían seguir, a través de los cristales de las ventanas, las idas y venidas de su trémulo candil, que subía, bajaba, desaparecía, volvía a aparecer y en ocasiones se extinguía totalmente. Cuando esto último acontecía, Vicents llamaba a sus puertas y pedía lumbre para su candil, que una ráfaga de viento había apagado. Y de inmediato volvían a verle entre sus libros, roído por la fiebre, ajetreado toda la noche, recorriendo los innumerables pasillos de su almacén. ¡Quién le hubiera visto entonces, atareado ante aquellos inmensos anaqueles, con el pelo revuelto, los ojos llameantes, palpando con las manos temblorosas, ardientes de codicia y empapadas de sudor, los más preciados tesoros de su biblioteca!
De repente se le hubiera visto coger un libro y repasar con avidez todas y cada una de sus hojas; ora complaciéndose en el crujir del papel, ora resiguiendo con mirada hipnotizada las volutas de sus doraduras. Tan pronto comprobaba que las cubiertas estuviesen firmemente encuadernadas como controlaba, con sabiduría de experto, la calidad de las tintas, la nitidez de los caracteres, la disposición de los pliegos y la conformación de los colofones, hasta tropezar con la palabra “finis”. Y cuando por fin devolvía el libro a su estante (a menudo cambiándolo de lugar y situándolo mas arriba) nuevamente se quedaba como hipnotizado, contemplando un buen rato la disposición de los rótulos y la decoración del lomo.
Y cuando se dirigía al armario de los manuscritos, que eran algo así como sus hijos predilectos, aunque eligiese el más ruinoso y deteriorado de los libros, se quedaba embelesado, lo contemplaba con un afán voluptuoso, respiraba el perfume de sus pergaminos, cubiertos de una venerable capa de polvo; un placer indescriptible transfiguraba su rostro y sus labios se contraían en una sonrisa orgullosa. ¡Qué feliz era entonces aquel hombre! Era feliz, si, entre tanta sabiduría, una sabiduría cuya trascendencia moral y cuyo valor literario apenas era capaz de comprender. El era feliz entre los libros simplemente por las etiquetas gastadas de los mismos, por sus cansadas costuras, por esas vitelas deslucidas y trabajadas por la pátina de los siglos; en una palabra: a él, la ciencia que contenían aquellos volúmenes le era tan conocida como la luz del día a un ciego de nacimiento.
Esa era la triste verdad. Ante la sabiduría encerrada en los libros, el sólo era capaz de percibir sus formas, su expresión externa; amaba los libros solo porque eran libros, por su materialidad externa, por su título, por su perfume. Lo que más apreciaba en un manuscrito era su vieja fecha indescifrable, sus caracteres góticos ilegibles, sus complicados, exóticos y extravagantes ornamentos, sus dibujos cargados de oro; aquella patina polvorienta que empañaba sus páginas y que para él desprendía un perfume de suavísima frescura; aquella formula ritual de conclusión inscrita en una cinta sostenida por dos ángeles o en el zócalo de una fuente, en un túmulo, en un cesto de rosas o entre plumas doradas y azulados ramilletes.
La pasión de los libros le tenía, pues, completamente dominado, hasta el punto de que apenas comía, ni bebía, ni dormía, atrapado, tanto de día como de noche, en su obsesiva idea. Su imaginación languidecía ante la idea de una biblioteca que sería la más regia por su magnitud y por los hermosos y sublimes tesoros que albergaría. ¡Con que placer respiraba anticipadamente su imaginario perfume! ¡Qué orgulloso y feliz era al considerar las interminables hileras de volúmenes y más volúmenes que la formarían! ¡Cómo se perdía su mirada entre la innumerable multitud de sus libros! Había libros por todas partes: ¿Levantaba la vista? ¡Libros! ¿Bajaba la vista? ¡Más libros! Libros a la derecha, libros a la izquierda... ¡Libros y más libros! Y, con todo, a duras penas sabía leer.
En la ciudad era considerado una especie de sabio o de hechicero; en cualquier caso, un hombre extraño, y algo diabólico. Al verle con aquel aspecto salvaje, aquella palidez extrema y aquellos gestos amenazadores y sospechosos, nadie se atrevía a dirigirle la palabra. También era ciento que nadie podía afirmar que jamás hubiese lastimado a un semejante. Ni tampoco nadie le había visto nunca dando limosna a un pobre.
Eso si que no: todo su capital lo reservaba en beneficio de los libros, por los cuales se sometía a toda clase de privaciones. Por ellos lo había abandonado todo, incluyendo a Dios, dado que antes que librero había sido monje en el monasterio de Poblet. Más tarde les sacrificó aquello que los hombres más aman después de Dios: su hacienda. Y finalmente, acabó entregándoles algo que no se puede valorar con dinero: ¡el alma!
A
todo eso, ya hacia algún tiempo que sus veladas nocturnas se prolongaban más de lo acostumbrado. Su candil estaba encendido hasta altas horas de la noche. Al parecer, había adquirido un nuevo tesoro, un manuscrito singular.
Una mañana, un joven estudiante de la Universidad de Cervera entró en su librería. Parecía adinerado, porque con el iban dos criados que se quedaron a la puerta a vigilar la mula que montaba. Iba tocado con un sombrero de terciopelo rojo y llevaba los dedos cargados de sortijas. A pesar de ello, no iba alardeando de su fortuna, como suelen hacer ciertos personajes que se hacen acompañar de criados llenos de galones y que ostentan magnificas vestiduras. Aquel joven no era un ser frívolo, sino un verdadero sabio, aunque no uno de esos sabios ricos que tanto abundan en Paris, que trabajan en pupitres de caoba, manejan libros bellamente encuadernados y ornamentados y tienen su gabinete literalmente cubierto de curiosidades chinescas; me refiero a uno de esos personajes que reciben en bata y zapatillas las visitas de dos o tres damas que le piden que les lea sus versos, su prosa o un fragmento de la novela que están escribiendo, y que acceden a ello sin dejar de arrullar al gato que dormita en la alfombra o de juguetear con su reloj de oro; y todo para que las damas puedan exclamar: ¡Que talento el vuestro, maestro!, aunque en el fondo crean encontrarse ante el más vacuo y bobo de los hombres.
Nuestro joven estudiante era de maneras corteses. Saludo al librero desde la entrada con una respetuosa reverencia. Y a continuación dijo, con voz afectuosa:
-Decidme, señor Vicents, ¿no tendréis por casualidad algún manuscrito antiguo que me pueda interesar?
El librero le contemplo un instante y, lleno de confusión, mascullo esas palabras:
-¿Quién os ha dado esta información?
-Nadie. Os lo pregunto por que he pensado que tal vez tengáis alguno en vuestro poder.
Y mientras pronunciaba estas palabras sacó una bolsa llena de monedas de oro y las hizo tintinear antes de depositarla encima de la mesa.
-La verdad, señor, es que sí tengo algún manuscrito, pero no está en venta, pues prefiero conservarlo yo personalmente.
-¿Y eso por qué? ¿Para que lo queréis?
-¿Que para qué lo quiero? –Contestó el librero, con el rostro encendido por la ira-
¿Acaso ignoráis, señor, lo que es un manuscrito?
-Disculpadme, maestro. Pero creo tener la información suficiente como para sospechar que tenéis en vuestro poder un códice de la Crónica d´en Puigpardines.
-¿Quién? ¿Yo? ¡Os han engañado señor!
-¡No, Vicents, no! –Contestó el joven-. Pero no os preocupéis, que no he venido a quitároslo. He venido a comprarlo.
-No lo vendería por nada del mundo.
-¡Claro que lo vais a vender! –Insistió el estudiante- . Y sé que obra en vuestro poder porque fue vendido con la biblioteca del Marques de Llió.
-¡Pues sí que lo tengo! Y es mi tesoro, mí vida. ¡Y no pienso dejar que me lo arrebate nadie, señor! ¿Queréis saber una cosa? Patxot, ya sabéis, el librero Patxot, el que tiene un puesto de venta en los Encantes, me lo había disputado. Es mi competidor. Pero él no consiguió hacerse con el manuscrito y yo sí. ¡Y ahora es mío!
-Está bien, ¿y cuánto creéis que puede valer?
Vicents tardó un buen rato en responder, y cuando lo hizo fue con estas provocadoras palabras:
-¡Doscientas libras! ¡Eso es lo que vale!
Y se quedó contemplando al joven, con aire de victoria y como diciéndole: .
Estaba en un error, por que el joven, mostrándole su bolsa, le dijo:
-Aquí hay trescientas libras. ¿Dónde esta ese manuscrito?
Vicents palideció y pareció a punto de desmayarse.
-¡Trescientas libras! –iba repitiendo-. ¡No, no puede ser, señor! Es que...estoy un poco loco... ¡No! ¡No pienso venderla ni por cuatrocientas libras!
El estudiante soltó una carcajada y, tras rebuscar en sus bolsillos, sacó otras dos bolsas de dinero.
-¡De acuerdo, Vicents! Aquí tenéis quinientas libras. ¿Cómo? ¿Seguís negándoos a venderme la Crónica? Os aseguro que la necesito. He de tenerla y la tendré. La quiero ahora mismo. Estoy dispuesto a conseguirla sea como sea, aunque tenga que desprenderme de esta sortija, que es una prenda de amor; aunque tuviera que desprenderme de mi espada guarnecida de diamantes, que recibí en herencia junto a una granja familiar y otras propiedades. ¡Incluso el alma entregaría por este libro! Os digo que tengo que obtenerlo como sea, pues dentro de ocho días debo defender en la Universidad de Cervera una tesis histórica con la que pienso doctorarme. Pensad que quiero ser obispo y que vuestra Crónica puede ayudarme a desbrozar el camino que conduce al Papado. ¡Si, quien sabe si con el tiempo puedo obtener, gracias a ella, la tiara papal!
Entonces, Vicents se acerco al joven y le contempló fijamente, con respeto y admiración, como si fuera el primer hombre al que realmente comprendía.
-Escuchadme, Vicents –siguió diciendo el joven-, os voy a comunicar algo que puede traeros la fortuna y procuraros la riqueza: muy cerca de aquí, en el barrio judío, hay un individuo que posee un ejemplar de los Furs de Valencia en letra gótica.
-¿Es cierto eso? ¿Los Furs de Valencia?- exclamó Vicents, con un sobresalto ¡Oh, gracias, gracias! ¡Me habéis hecho recuperar la alegría de vivir!
-¡Pues, daos prisa y entregadme vuestro manuscrito de la Crónica d´en Puigpardines!
El librero se dirigió hacia una estantería, se detuvo súbitamente y, fingiendo una gran sorpresa, exclamo:
-¡Dios mío! ¡Pero si ya no lo tengo!
-¡Vamos, Vicents! ¡No pretenderéis engañarme con vuestras astucias! ¡Por mucho que mientan vuestros labios, vuestro rostro es incapaz de ocultar la verdad!
-¡Os lo juro, señor! ¡No lo tengo!
-¡Estáis loco, Vicents! ¡Está bien, aquí tenéis seiscientas libras!
Finalmente, a Vicents no le quedo más remedio que sacar el libro y dárselo al joven, al tiempo que le hacia una recomendación:
-Sobre todo, ¡tratadlo bien! ¿Lo haréis?
Pero el joven estudiante ya había abandonado la librería, con una sonrisa de triunfo en los labios. Y mientras montaba en su mula, iba comentando su éxito con los criados:
-¡Ya podéis ir diciendo que vuestro patrón esta loco, ya! ¡Ahora mismo acabo de engañar a uno que está más loco que yo! ¡Será bobo, el fraile! ¡Mira que creerse que tengo intenciones de llegar a Papa!
Mientras, el pobre Vicents se había quedado pensativo y lleno de rencor, con la enfebrecida frente apoyada en los cristales de su ventana, contemplando con dolor como los desvergonzados criados del joven se hacían cargo de su códice, de aquel manuscrito objeto de sus afanes y de sus afectos.
-¡Maldito seas! –Profería entre dientes-. ¡Maldito seas cien veces, pues te llevas lo que más quería en el mundo! ¿Cómo voy a vivir ahora? ¡Y cómo me ha engañado! Pero no... Porque si no me hubiera dicho la verdad, yo podría vengarme de él. ¡Oh, sí! ¡Rápido! ¡Tengo que ir al barrio judío! Pero... ¿y si aquel hombre me exige un precio que no me es posible pagar? ¿Qué voy a hacer? ¡Es desesperante!
Cogió el dinero que el estudiante había dejado encima de la mesa y salió corriendo.
Cruzaba las calles anheloso, sin ver nada de lo que pasaba a su alrededor. La realidad que le rodeaba era para él como una fantasmagoría de cosas carentes de interés. No percibía a los demás transeúntes, ni oía el trajinar de los carruajes que rodaban por el pavimento de la calle, por que su espíritu estaba dominado por una idea fija: aquel libro. ¡Solo veía los Furs de Valencia! Y el hecho es que los estaba viendo: se los imaginaba espléndidos de papel y de impresión, como obra que eran de aquel célebre impresor llamado Dalmart; y trataba de adivinar el número de sus páginas, su grosor y su formato. Se iba preguntando si estaría encuadernado en pergamino sencillo o en piel de ternera y sin ornamentos, a la manera morisca. Y aceleraba el paso para llegar a tiempo, con la misma inquietud que experimentaría un condenado a muerte en espera de la conmutación de su pena.
Aparentemente, el estudiante no le había engañado. En efecto, encima de una vieja alfombra persa, deshilachada y agujereada, había unas cuantas docenas de volúmenes desordenadamente esparcidos. Vicents, sin dirigir la palabra al hombre que, tendido junto a los libros, roncaba de cara al sol, se arrodillo sobre la alfombra y empezó a leer, con mirada inquieta, los títulos de los lomos. Pero al poco rato se levantó de nuevo, malhumorado y contrariado, y se decidió a despertar al vendedor de libros para preguntarle:
-¡Eh, amigo! ¿No tendrás por casualidad unos Furs de Valencia?
-¿Cómo dice? –Exclamó el hombre frotándose los ojos-. Como no sea uno de esos libros que tengo por ahí. Búsquelo usted mismo...
-¡Vamos, hombre! ¿Eso es todo lo que tienes? –preguntó Vicents impacientándose-
-¡Que va! ¡Tengo muchos más! ¡Aquí están!
Y diciendo esto le mostró un gran paquete de libros, que Vicents desató de inmediato y cuyo contenido examinó en muy pocos segundos.
-¡Aquí no está! –Exclamó- ¿No lo habrás vendido ya, maldito seas? ¡Búscalo bien, seguro que lo tienes! Te daré cien libras por él... doscientas... lo que quieras.
El trapero se quedo mirando a Vicents con estupor y finalmente dijo:
-Como no sea el libro que se llevó ayer por ocho sueldos el párroco de la Merced...
-¿No recuerdas el título?
-Déjame pensar...
-¿No te suena eso de Furs e ordinacions fetes per los gloriosos reys de Aragó als regnicols de Valencia...?
-Si, creo que se titulaba así.
Vicents retrocedió unos cuantos pasos como si fuese a caer de espaldas sobre el polvo, y a continuación se marchó precipitadamente, como acosado por una visión obsesiva.
Cuando se hubo tranquilizado un poco, ya era tarde y un sol rojizo que anunciaba el atardecer estaba a punto de ocultarse por el horizonte. Sólo entonces, febril y desesperado, se decidió Vicents a regresar a casa.
Ocho días más tarde, Vicents no sólo no se había recuperado totalmente de su decepción, sino que la herida que ella le había provocado era si cabe más viva y sangrante. Además, hacía ya unas cuantas noches que una nueva preocupación había venido a dificultarle el descanso. Se había anunciado la venta en pública subasta de una rica librería particular que contenía, según afirmaban los expertos, el único ejemplar conocido del primer libro impreso en España. Ya hacía tiempo que diversos libreros le habían puesto el ojo encima, y entre ellos y muy especialmente Vicents, que se había ilusionado con la idea de poseerlo. Por esta razón, la noticia de la muerte del propietario de aquella biblioteca le produjo una gran alegría.
Pero muy pronto una viva inquietud se había apoderado de su alma: seguro que Patxot también pretendía conseguir el singularísimo ejemplar. El tal Patxot era un competidor que, de un tiempo a esa parte, le iba arrebatando no los compradores, que eso le traía sin cuidado, sino cualquier ejemplar raro y curioso que alguien ponía en venta. Era por esa razón que Vicents le odiaba profundamente y maldecía su nombre con rencor sólo digno de un bibliómano. Patxot se había convertido en una autentica obsesión, por que en todas las subastas públicas superaba sus pujas y acababa arrebatándole todos los códices y todos los incunables que se ponían a subasta. ¡Cuántas veces el antiguo monje de Poblet había visto destruidos sus anhelos más fervientes cuan el tal Patxot alargaba el brazo por entre la multitud para llevarse ese tesoro con el que Vicents había estado soñando tanto tiempo y en el cual había depositado tantas esperanzas! ¡Y cuántas veces, también, había sentido la tentación de resolver por medio de la violencia un asunto que ni el dinero ni la perseverancia habían podido resolver! Pero de inmediato ahuyentaba de su pensamiento tales ideas, trataba de anestesiar su rabia con el propio odio que experimentaba hacia aquel hombre y acababa durmiéndose con la cabeza reclinada sobre uno de sus libros.
Muy de mañana, Vicents se presentó a la entrada de la casa en la que iba a celebrarse la subasta; llegó antes que el subastador, antes que el público y antes incluso de que saliera el sol. Y cuando, después de una larga espera, se abrieron las puertas del local, se lanzó escaleras arriba, entró en la sala de subastas y pidió que le dejaran ver el libro. Cuando se lo mostraron, experimento un anticipo de lo que debería ser la suprema felicidad: jamás había podido ver nada parecido, una obra que aparentemente era desconocida de todos los bibliógrafos, ninguno de los cuales había podido describirla jamás y ni tan solo había sospechado su existencia.
Se trataba de una Gramática latina destinada al uso de los estudiantes catalanes: era un pequeño volumen en octavo de un centenar de páginas de impresión gótica. No era ninguna maravilla del arte tipográfico, pero era el único ejemplar de una edición singularísima cuyo colofón, fechado sin ningún género de dudas con las cifras 1468, hacía retroceder entre cinco y seis años la fecha hasta entonces aceptada como la de la introducción de la imprenta en España.
Vicents examinó detenidamente el curioso ejemplar, asegurándose de su incontrovertible autenticidad; leyendo sus primeras líneas: ; y saboreando palabra a palabra la subinscripción con que terminaba y que decía así: .
Su admiración no tenía limites; estrujaba el libro con sus manos y deseaba no tener que soltarlo y podérselo llevar de inmediato, con un anhelo parecido al de un indigente a quien presentasen una cuantiosa cantidad de dinero,
¡Vicents no había experimentado jamás un deseo tan imperioso como el que sentía por aquel libro en aquellos momentos! Si no podía obtenerlo con las seiscientas libras que llevaba encima, estaba dispuesto a dar a cambio cualquier otro de sus libros, cualquiera de sus manuscritos, incluso parte de su propia sangre. Anhelaba poseer aquel ejemplar, deseaba tenerlo en su poder, para comunicarlo a España entera y mostrarlo a la admiración de todos, causando la envidia de sabios y coleccionistas, y la del propio rey, que por ningún precio hubiera podido tenerlo en su biblioteca. Y pensaba en la decepción de Patxot, si llegaba a dejárselo escapar por distracción o por ignorancia, y en el placer que le produciría poderle decir: .
Por fin llegó el momento de realizar la subasta. ¡Oh, fatalidad! ¡Allí estaba Patxot, en medio de la sala, con su rostro sereno, con su actitud calmosa y su sonrisa pacífica! Y cuando llegó el momento de pujar por la Gramática de Mates, Vicents fue el primero en ofrecer por ella veinte libras. Patxot no dijo nada, como si ni tan siquiera hubiese mencionado la Gramática. El ex monje iba ya a extender la mano, creyendo que nadie iba a disputarle su tesoro, y sintiéndose colmado de felicidad al obtener con tan poco esfuerzo el libro por el que había pensado tener que luchar ferozmente, cuando intervino Patxot:
-Cuarenta libras.
Vicents contemplo horrorizado la posibilidad de entablar una lucha con su tradicional adversario. Y le pareció descubrir en el rostro de este la firme decisión de ir aumentando sus pujas hasta donde fuera preciso.
-Cincuenta- Dijo, entonces, haciendo un esfuerzo.
-Sesenta- replicó Patxot.
-¡Cien!
-¡Cuatrocientas!
-¡Quinientas!- aulló materialmente el antiguo monje, como profiriendo un grito de dolor.
Y mientras él no podía disimular su nerviosismo, Patxot simulaba perfectamente una tranquilidad irónicamente provocadora. La voz ronca y estridente del oficial subastador había repetido ya por tres veces la palabra y Vicents estaba de nuevo ilusionado saboreando el triunfo, cuando de los displicentes labios del librero de la Plaza de los Encantes surgió, como quien no quiere la cosa, la nueva oferta:
-¡Seiscientas libras!
Cuatro veces anunció el subastador esta última puja sin que ningún nuevo ofertor la mejorase. Pero en un rincón de la sala hubierais podido ver a un hombre de rostro cadavérico, poseído por un extraño temblor, sonriendo amargamente con una mueca propia de uno de los condenados del infierno de Dante... Cuando Vicents, al cabo de un buen rato, levantó la cabeza y la sacudió con un ramalazo de orgullo, su mano abandonó también el pecho desnudo sobre el que había estado contraída: sus dedos estaban manchados de sangre, pues con las uñas se había desgarrado la piel.
Y a todo eso, el libro había recorrido ya, de mano en mano, toda la sala, antes de pasar definitivamente a las de Patxot. Por un instante, incluso estuvo cerca de Vicents, que pudo respirar el perfume de su cubierta de viejo pergamino, pero pronto desapareció de su lado y volvió a las del afortunado comprador, que ahora ya no trataba de disimular la satisfacción que le embargaba.
El antiguo monje de Poblet, mientras, ocultaba el rostro entre las manos y rompía a llorar cegado por el odio, con un llanto silencioso y comprimido. Y cuando más tarde se marchó, su andar era tan vacilante y desigual, y su mirada tan abstraída e idiotizada, que más que un paseante normal parecía un loco o un borracho. Su frente estaba cubierta de sudor, sus ojos semicerrados dejaban escapar llamaradas de ira, mascullaba entre dientes terribles amenazas y todo en el revelaba la profunda turbación de su alma y la total alienación de su voluntad.
Si, se había vuelto irremediablemente loco. Lo que había sucedido había acabado definitivamente con su razón; estaba cansado de la vida y la existencia le parecía, desde aquel momento, una carga intolerable. Hasta al cabo de mucho tiempo nadie volvió a verle por la calle. Era domingo y la gente paseaba tranquilamente por calles y plazas, riendo y conversando. El antiguo monje prestaba mucha atención a lo que decía la gente, y así iba captando unas palabras por aquí, un fragmento de frase por allí, una exclamación de horror o un grito de indignación más allá. Y lo que oía en uno y otro lado iba formando una especie de clamor generalizado que se aferraba a sus oídos con una persistencia enojosa y que acababa aturdiéndole completamente, como si un enjambre de abejas zumbase en el interior de su cabeza.
Ora eran dos artesanos que conversaban y uno le decía al otro:
-Oye, ¿te has enterado de que han encontrado a un pobre cura muerto al pie de las murallas?
Ora era un grupo de mujeres que estaba tomando el fresco al la puerta de un portal y que conversaban de esa guisa:
-Marta, ¿te acuerdas de aquel joven estudiante de Cervera? Si, mujer, ese que se llamaba Don Bernardo y que era tan rico, y que hace poco estuvo por aquí montado en una mula negra... ¡Pues le han asesinado! Eso me han dicho esta mañana cuando salía de misa.
-¿Asesinado? –preguntó, intrigada, una jovencita.
-Si, chica, si. Se alojaba en el Hostal del Sol y ayer por la noche ya les intrigo que no se hubiera presentado a dormir. Y según dicen, esta madrugada lo han encontrado tendido en la calle, con varias puñaladas en el cuerpo.
Esa y otras conversaciones que iba oyendo Vicents le producían una curiosa excitación. Y si alguien le hubiera observado atentamente, habría podido descubrir en sus labios una sonrisa de felicidad.
Finalmente, cansado de dar vueltas, el librero regresó a su casa. Y una vez en ella, agotado y hundido, se tendió cuan largo era en uno de los bancos de la librería. Dormía y un ruido ronco y cavernoso se escapaba de su pecho, que latía con violencia: una horrorosa pesadilla se había apoderado de su alma y le torturaba manteniéndole en una pugna cruel que consumía sus fuerzas.
De pronto se despertó. Era de noche y acababan de dar las once en la cercana torre de Santa Maria. Entonces, como impelido por una fuerza misteriosa, Vicents se levantó del banco en que estaba tendido y salió de nuevo a la solitaria calle, para perderse rápidamente entre las sombras, como un murciélago...
Media hora mas tarde, reaparecía sigilosamente a la puesta de su librería. Apenas acababa de abrir la puerta cuando unos hombres pasaron corriendo por su lado gritando: < ¡fuego! ¡fuego!>. Levantó la mirada y, efectivamente, pudo ver el resplandor de las llamas que se extendía por encima de las azoteas de la vecindad. Aunque no pareció inmutarse demasiado.
-¡Hay fuego en los Encantes! ¡Se está quemando la librería de Patxot! Oyó, al cabo de un rato, que gritaban unos vecinos.
Vicents se sobresaltó y una estridente risotada surgió de lo más profundo de su corazón. Vaciló unos instantes, pero finalmente se decidió a acudir con la multitud al lugar del incendio.
El edificio se estaba consumiendo: las llamas salían de todas partes, altivas y terribles, y movidas por el viento se elevaban hasta muy arriba, hacía el cielo azul desplegado como en manto de estrellas sobre la laboriosa colmena que era la ciudad.
El ex monje contemplaba la destrucción con una calma complacida, con esa sonrisita inconsciente del niño malcriado que disfruta observando el resultado de una de sus fechorías.
Pero, de pronto, Vicents se dio cuenta de que en una de las habitaciones del piso superior el fuego se había hecho presa de un montón de libros, y por su cabeza debió de pasar una idea extraña, pues se lanzó con decisión hacia la parte trasera del edificio incendiado, agarro al paso una escalera de mano, la apoyo contra la tiznada y tambaleante pared, subió a toda prisa los peldaños que temblaban bajo sus pies y alcanzó por fin la ventana, por la que desapareció como tragado por la nube de humo que de ella salía.
Atravesó varias habitaciones. El suelo crujía bajo sus pies, las puertas estallaban a su paso, las vigas del techo se retorcían por encima de su cabeza, pero el corría por entre las llamas como un endemoniado. No sabía exactamente hacia donde encaminarse, pero no dejaba de correr. Finalmente, llegó ante una puerta que aun estaba intacta. La derribó de un patada y penetró en una recamara oscura y estrecha. Avanzó a tientas y sintió en las yemas de sus dedos el contacto de los libros. Aquello era. No cabía duda, el sancta sanctorum de Patxot.
Cogiendo a manos llenas los libros de los anaqueles llenó hasta atiborrarlos los anchos bolsillos de su traje, hasta que la cada vez más densa humareda le obligó a abandonar la habitación. Volvió sobre sus pasos, poseído de un delirio aún mayor, saltando por encima de un piso cada vez mas destrozado y deslizándose como una salamandra entre las llamas. Pero no fue capaz de encontrar la ventana contra la cual había apoyado la escalera cuando había entrado, o tal vez quiso evitar a propósito aquella salida. Finalmente, consiguió descolgarse por otra ventana y tuvo que aferrarse desesperadamente con manos y piernas a los salientes del muro. Cuando por fin pudo poner los pies en el suelo del desierto callejón, se vio obligado a tenderse y a revolcarse por el suelo para apagar el fuego que se había prendido de sus ropas.
A la mañana siguiente, la librería de Patxot se había convertido en un informe montón de humeantes escombros; y lo peor de todo era que su desgraciado propietario había encontrado la muerte entre ellos.
Habían transcurrido unas cuantas semanas desde aquel terrible acontecimiento y el librero Vicents se había ido convirtiendo, día a día, en un ser aún más huraño y extravagante, si cabe; ahora ya nada le distinguía de uno de esos seres miserables a los que el pueblo convierte en blanco de sus burlas allá donde los ve, sin que nadie se preocupe de averiguar las razones de su comportamiento y de sus extravagancias.
La verdad era que, por aquellos días, todo el mundo en Barcelona estaba preocupado por la inexplicable repetición de determinados hechos altamente impresionantes. Parecía que un mal hado se hubiese instalado en la ciudad, porque constantemente se descubrían en ella nuevos crímenes, realizados, como otros ocurridos tiempo atrás, por una mano misteriosa. Un estudiante alemán, de madrugada, en un recodo de la tortuosa calle de Basea; otro día era un famoso poeta castellano que se encontraba de paso en Barcelona, el que caía mortalmente herido en el Torrente de Malla; pocos días después, era encontrado sin vida, cerca de las Atarazanas, un joven pariente de la aristocrática familia Dalmases, que respondía al nombre de Don Pau Rafel de Boxarons. Varias personas más, muy conocidas en la ciudad, fueron cayendo en el espacio de algunas semanas sin que, en ninguno de los casos, la misteriosa mano que les había causado la muerte con uno o varios golpes de estilete hubiese tocado aparentemente ni el dinero, ni el reloj, ni ninguna de las joyas u objetos de valor que las victimas llevaban consigo. De lo cual había que deducir que los asesinos, suponiendo que fueran más de uno, no eran unos simples ladrones.
Debido a estas particularidades verdaderamente inexplicables, la imaginación popular tenía un ancho campo que recorrer respecto a aquellos crímenes, y así fue tomando cuerpo entre la gente la opinión de que todas aquellas muertes habían sido ordenadas ejecutar por un tribunal secreto de una supuestamente renacida inquisición. A partir de este momento, el alcalde y corregidor de la ciudad se decidió a abrir una rigurosísima investigación con el objeto de esclarecer, de una vez por todas, el impenetrable misterio en el que hasta entonces habían conseguido mantenerse los criminales.
Sin que existiese por parte de nadie la menor sospecha contra fray Vicents, y únicamente movidos por el celo con el que llevaban a cabo su cometido, los agentes de la autoridad se presentaron un buen día en su librería. Y efectivamente, no encontraron nada que pudiera servirles de indicio en su investigación; pero cuando, una vez finalizadas sus pesquisas, se disponían a marcharse, uno de los alguaciles tropezó y provoco la caída, de un anaquel disimulado tras una puerta, de un libro que resulto ser el Directorium inquisitorum (es decir, la guía de los inquisidores) de fray Nicolau Aymerich, obra impresa en Barcelona por Joan Luschner en 1503. Este hallazgo casual alarmó a los agentes, negativamente predispuestos contra cualquier cosa que estuviese relacionada con el temible tribunal, y esa fue la razón de que con renovado celo se dispusiesen a revisar de nuevo el anaquel del que había caído el libro. Así fue como encontraron un escondrijo del que fueron sacando, una tras otro, diversos libros, empezando por los celebres furs e ordinanacions de 1482 y acabando por la no menos célebre Gramática de 1468, aquella misma que, como todo el mundo interesado en el tema recordaba, había sido adquirida por Patxot en la ya legendaria subasta de unos meses atrás.
Interrogado entonces fray Vicents sobre el hecho de tener en su poder aquel libro único, que cabía suponer consumido por las llamas seis semanas antes, no pudo mantener durante mucho tiempo sus negativas y acabó confesando la verdad. Y cuando le prometieron que su biblioteca no sería dispersada, sino conservada en su integridad, accedió incluso a dar los detalles más precisos sobre los asesinatos que había cometido.
Exactamente habían sido doce lo aficionados a los libros a los que había asesinado, con el objeto de recuperar los ejemplares que, testarudamente, se habían empeñado en comprarle.
-Si –reconoció, mientras se persignaba devotamente-. Diré toda la verdad, tal como he prometido hacer. Soy un asesino, pero ha sido una buena causa la que me ha llevado al crimen. Pretendía hacer un bien a la ciencia, conservando para ella tesoros que de otro modo se habrían perdido. Si he obrado mal, haced de mi lo que os parezca, pero sobre todo no permitáis que mis libros se desperdiguen: sería absurdo castigar al baste por las culpas del asno que lo trasporta.
-Realmente fue contra mi voluntad –siguió diciendo- si accedí a vender el primero de mis preciados incunables, pero me vi obligado a ello por causas de fuerza mayor. Pongo al glorioso San Juan, patrón de los escribientes, como testigo de que, pese a todo, traté con todas mis fuerzas de disuadir al comprador; pero ni diciéndole que el ejemplar estaba en mal estado, ni asegurándole que tenía hojas escritas a mano, no quiso atender a razones y pagó lo que le pedía, marchándose a continuación. Y en cuanto me quedé sin aquel volumen, un deseo irresistible de recuperarlo se apoderó de mí. El cliente se había ido por la calle Ample; fui tras el hasta darle alcance y le dije:
. Pero el no quiso hacerme caso.
-Habíamos llegado a un paraje solitario. Yo ya me había dado cuenta de que sería imposible hacerle entrar en razón, por lo que le asesté un primer golpe con mi estilete. Cayó al suelo sangrando por la boca. Yo le di la absolución in extremis antes de rematarlo y me apoderé del libro. Mirad, es este. Se trata de una edición rarísima: De la imitació de Jesucrist e del menyspreu del món; impreso en Barcelona en 1482, con letra gótica, a dos tintas.
JUEZ.-No es ésta la única vez que habéis causado la muerte a la persona que os había comprado un libro...
FRAY VICENTS. -En verdad no. Como podéis comprobar, mi biblioteca es abundante y selecta, y, como dice el refrán, . Con el tiempo la fama de mis libros se había ex-tendido y constantemente me veía acechado por los coleccionistas.
j. -Explicadme, pues, cómo habéis asesinado a las demás victimas.
V. -¡Válgame Dios y las tres Marías! ¡Nada más fácil! Cuando me topaba con un comprador excesivamente aferrado al propósito de llevarse alguno de mis volúmenes, tenía la precaución, antes de dárselo, de arrancarle algunas hojas y guardarlas con mucho cuidado. El cliente, casi de inmediato, regresaba con el ejemplar para quejarse del defecto descubierto. Yo tomaba el ejemplar en mis manos fingiendo que quería examinarlo y, cuando ya estaba en mi poder, no me resultaba difícil atraer al comprador hacia un rincón oscuro de mi casa, donde, a buen seguro con la ayuda del buen ladrón, mi brazo sabía encontrar la fuerza y la habilidad para golpear sin vacilaciones. Y ya solo quedaba por hacer, una vez que había oscurecido, el trabajo de deshacerme del cuerpo del delito, llevándolo a un paraje más o menos apartado, de acuerdo con los vaivenes de mi fantasía.
J. -¿Y no se os revolvían las tripas ante la idea de matar a una criatura humana, hecha a imagen y semejanza de Dios Nuestro Señor?
V. -¡Todos hemos de morir un día u otro! Y los libros buenos, en cambio, hay que conservarlos. Y os aseguro –eso si que es verdad- que yo jamás dejaba de reponer en su lugar las hojas que había arrancado previamente de los libros.
J. -¿Y cometíais todos esos crímenes sin otro objetivo que la posesión de esos libros?
V. -¡Ay, señor juez! ¡Los libros son la gloria de Dios!
J. -Así, pues, ¿os confesáis también autor del incendio del almacén del librero Patxot, incendio que le causo la muerte?
V. -También eso se corresponde a la verdad. ¿Cómo podía yo permitir que un libro como la Gramática de mates, ejemplar único y absolutamente desconocido, siguiese en manos de mi competidor? Mi primera intención, al comprobar que él había podido conseguir el libro en perjuicio mío, había sido destruirlo a él juntamente con su tesoro. Pero, al ver que el fuego estaba a punto de destruirlo todo, lo pensé mejor y una idea imperiosa se apodero de mí. Me introduje, con gran peligro de mi propia vida, entre las llamas y, acompañado del buen San Dimas, logré llegar al lugar del que me fue posible rescatar esa y otras obras de precio incalculable.
J. –Si tan grande es vuestro amor por los libros, ¿cómo dejasteis que el fuego destruyese tantos?
V. – ¡No tenía otro remedio! Y además creo que todo lo que tenía algún valor en la librería de Patxot, me lo lleve yo.
J. -¿Y dinero? ¿Cogisteis alguna vez dinero?
V. -¿Dinero? ¿Llevarme yo dinero? ¿Acaso me tomáis por un vulgar ladrón?
Hechas estas confesiones, la labor del juez fue sumamente sencilla: comprobados los hechos y convicto el acusado de todos sus crímenes, el magistrado no dudó en pedir a la Sala, durante el juicio, que fray Vicents fuese condenado a muerte.
Su abogado defensor, sin embargo, no quiso renunciar a un desesperado recurso de última hora a favor del exmonje. Sostuvo calurosamente, que jamás un acusado tenía que ser condenado a tan grave castigo únicamente sobre la base de sus propias declaraciones; afirmó que en todo el proceso no se habían presentado pruebas suficientes, dado que los libros hallados en poder de fray Vicents podían provenir de cualquier otra procedencia legítima distinta de la que se les atribuía.
Frente a tales afirmaciones, el fiscal únicamente hizo la observación de que la Gramática de 1468, impresa en Barcelona por Johannem Gherlinc, era un ejemplar reconocidamente único y en poder, como era de conocimiento público, del librero Patxot.
Y fue entonces cuando el abogado defensor, apartándose teatralmente la toga del pecho, sacó un libro que mantenía oculto bajo ella y que mostró ostensiblemente a los presentes, al tiempo que declaraba que era otro ejemplar de la Gramática de Mates, totalmente idéntico al de fray Vicents.
-Y si existe un segundo ejemplar, concluyó su argumentación el abogado, también podría darse el caso de que existiesen un tercero y un cuarto y muchos más, y por lo tanto, no tener nada que ver el ejemplar de mi defendido con el de Patxot, que sin duda alguna fue devorado por el incendio.
En aquel momento, fray Vicents exclamó, con una voz tan débil que casi nadie pudo oírla con claridad:
-¡Oh, infeliz de mi! ¡Y yo que creía que mi ejemplar de la Gramática era único en el mundo!
Y tras decir esas palabras, cayó al suelo desmayado.
A Pesar de esta última incidencia del juicio, la sentencia fue la que había solicitado el juez: pena de muerte.
Fray Vicents, ya recuperado del desmayo, esperó la suerte que le esperaba sin inmutarse y con un semblante, incluso, más sereno y tranquilo. Alguien le dio a entender que tal vez podía conseguir el indulto si lo solicitaba al Papa. Pero el no quiso acogerse a esa posibilidad y solo suplicó insistentemente que su biblioteca fuese confiada al cuidado de aquella persona que, en toda España, tuviese la reputación de ser considerada la más experta conocedora del mundo de los libros.
Más tarde, cuando el público asistente ya había abandonado la sala de la Audiencia, fray Vicents pidió a su abogado que tuviese la bondad de dejarle examinar aquel ejemplar en que había basado su defensa. El letrado se lo entregó.
Entonces, el condenado tomó el volumen en sus manos con un cuidado exquisito. Lo contemplo detenidamente sin poder contener su intensa emoción e incluso dejó caer alguna lágrima entre sus hojas... Y de repente, como herido por un súbito y violentísimo acceso de rabia, desmenuzo entre sus dedos el pequeño volumen en octavo y lanzó lleno de ira los pedazos resultantes contra el rostro de su estupefacto defensor.
-Habéis mentido vilmente –le dijo-. Sabed, señor abogado, que mi ejemplar sigue siendo el único del mundo... ¿Lo entendéis?
FIN
sábado, 17 de mayo de 2008
cirugias
La asociación entre intervenciones quirúrgicas estéticas y frivolidad surge casi espontáneamente. Pero lo cierto es que, bien entendida, esta rama de la medicina puede ayudar a muchas personas a superar complejos que le impiden desarrollarse plenamente. En algunos casos, rasgos tales como una nariz aguileña u orejas grandes -por mencionar algunos ejemplos- pueden llevar a una persona a padecer problemas de relación o fobia social.Por eso, lo importante es entender a la cirugía como un medio para el normal desenvolvimiento y no como la solución en sí misma. Estas ayudan a que el paciente se sienta más cómodo con su propio cuerpo y, Según el doctor Marcelo Bernstein, cirujano plástico, existen diferencias muy claras entre los cambios lógicos que el paciente puede solicitar y cuando se trata de un capricho o de una obsesión. Según el especialista, muchas veces se buscan transformaciones desmedidas, imposibles de lograr por un medio quirúrgico. "Por ejemplo, hay personas que quieren tener una nariz muy pequeña y su estructura ósea no lo permitirá jamás. De la misma manera, otras llegan al consultorio con 120 kilos y pretender abandonar el quirófano con sólo 70, a través de una lipoescultura".
En algunas ocasiones, también es necesario que el experto haga uso tanto de su ética como de su sentido de la estética, valga el juego de palabras. "Cuando se acerca una mujer que quiere tener los pechos de Luciana Salazar, yo debo informarle que eso puede provocarle problemas de columna, además de no ser para nada armónico. Muchas pacientes que se hacen una reducción mamaria, se sacan la mitad de los implantes que la actriz tiene colocados", advierte el doctor Bernstein.
Ética versus estéticaSin embargo, según el especialista, para muchas mujeres, este tipo de cirugías son verdaderas necesidades. "Contrariamente a lo que se cree, la mayoría no busca una voluptuosidad excesiva sino acorde a su cuerpo o sencillamente intentan reparar los cambios negativos producto del paso del tiempo, por ejemplo, luego de darle de mamar a sus hijos", agrega.
"No hay que olvidar que, ante todo, el cirujano plástico es un médico. Por eso, en una primera visita, el profesional deber realizar un examen clínico y psicológico del paciente. De ser necesario, además, se solicitan interconsultas", señala Bernstein.
Una vez superado el miedo a "padecer" dolor los días posteriores a la intervención, surge otro interrogante. ¿Cómo lograr que el resultado de la misma se vea natural y no como un diseño multiplicado hasta el hatazgo, como cuadros de Andy Warhol?
Según Marcelo Bernstein, esto depende de habilidad del cirujano, de su conocimiento anatómico y por sobre todo, de sus cánones estéticos. Para él, ante todo el médico deber ser un artista, que tiene que saber modelar, esculpir.
Según Bernstein, "cuando una persona es sometida a una rinoplastia, el resultado tiene que ser natural. Lo ideal es que los amigos y los familiares no noten que el paciente fue operado, sino que confundan el cambio con un corte de pelo o el haber adelgazado. Para logar esto, cada nariz modificada debe estar acorde a su cráneo y demás facciones". El cirujano destaca la importancia de esto: "la cara es la carta de presentación y la nariz es lo primero que se ve, ya que sobresale del resto de los rasgos". El riesgo de querer másPara Marcelo Bernstein existe la posibilidad de que un paciente se haga adicto a las cirugías estéticas, en el mismo grado que alguien puede ser dependiente de la comida, del alcohol o del juego. "Es responsabilidad del médico detectar cuando esto se transforma en una patología y decidir si operar o no", concluye.
También, detrás de ese afán desmedido e ilógico por "mejorar" alguna característica corporal puede esconderse algo más que una autoestima en caída libre. A veces, se trata de un cuadro psiquiátrico denominado dismorfofobia, relacionado estrechamente con el llamado trastorno obsesivo-compulsivo y las ideas delirantes, similares a las que padecen las anoréxicas -que pueden estar raquíticas, pero se ven gordas-.
Lo cierto es que si bien la belleza física siempre ha sido valorada y alabada, en la actualidad ha cobrado una importancia suprema, especialmente en la cultura occidental. Por ello, es fundamental la ética aplicada por cada profesional y la contención que le brinde a sus pacientes, como individuos.
Dependiendo del equilibrio emocional de cada uno de ellos, de su madurez y de la lógica del pedido que se realice al cirujano, el cambio físico será -o no- el punto de partida hacia una vida más plena. También es importante reflexionar sobre otras alternativas a las intervenciones estéticas: aceptar la edad, sentirse orgulloso de las asimetrías de la propia anatomía, hacer ejercicio regularmente, mantenerse activo, mejorar la forma de alimentarse y, principalmente, no darle a la estética más importancia de la que realmente tiene.a partir de eso, comience a funcionar con armonía en los demás aspectos de su vida.
de www.yahoo.com.ar/salud
En algunas ocasiones, también es necesario que el experto haga uso tanto de su ética como de su sentido de la estética, valga el juego de palabras. "Cuando se acerca una mujer que quiere tener los pechos de Luciana Salazar, yo debo informarle que eso puede provocarle problemas de columna, además de no ser para nada armónico. Muchas pacientes que se hacen una reducción mamaria, se sacan la mitad de los implantes que la actriz tiene colocados", advierte el doctor Bernstein.
Ética versus estéticaSin embargo, según el especialista, para muchas mujeres, este tipo de cirugías son verdaderas necesidades. "Contrariamente a lo que se cree, la mayoría no busca una voluptuosidad excesiva sino acorde a su cuerpo o sencillamente intentan reparar los cambios negativos producto del paso del tiempo, por ejemplo, luego de darle de mamar a sus hijos", agrega.
"No hay que olvidar que, ante todo, el cirujano plástico es un médico. Por eso, en una primera visita, el profesional deber realizar un examen clínico y psicológico del paciente. De ser necesario, además, se solicitan interconsultas", señala Bernstein.
Una vez superado el miedo a "padecer" dolor los días posteriores a la intervención, surge otro interrogante. ¿Cómo lograr que el resultado de la misma se vea natural y no como un diseño multiplicado hasta el hatazgo, como cuadros de Andy Warhol?
Según Marcelo Bernstein, esto depende de habilidad del cirujano, de su conocimiento anatómico y por sobre todo, de sus cánones estéticos. Para él, ante todo el médico deber ser un artista, que tiene que saber modelar, esculpir.
Según Bernstein, "cuando una persona es sometida a una rinoplastia, el resultado tiene que ser natural. Lo ideal es que los amigos y los familiares no noten que el paciente fue operado, sino que confundan el cambio con un corte de pelo o el haber adelgazado. Para logar esto, cada nariz modificada debe estar acorde a su cráneo y demás facciones". El cirujano destaca la importancia de esto: "la cara es la carta de presentación y la nariz es lo primero que se ve, ya que sobresale del resto de los rasgos". El riesgo de querer másPara Marcelo Bernstein existe la posibilidad de que un paciente se haga adicto a las cirugías estéticas, en el mismo grado que alguien puede ser dependiente de la comida, del alcohol o del juego. "Es responsabilidad del médico detectar cuando esto se transforma en una patología y decidir si operar o no", concluye.
También, detrás de ese afán desmedido e ilógico por "mejorar" alguna característica corporal puede esconderse algo más que una autoestima en caída libre. A veces, se trata de un cuadro psiquiátrico denominado dismorfofobia, relacionado estrechamente con el llamado trastorno obsesivo-compulsivo y las ideas delirantes, similares a las que padecen las anoréxicas -que pueden estar raquíticas, pero se ven gordas-.
Lo cierto es que si bien la belleza física siempre ha sido valorada y alabada, en la actualidad ha cobrado una importancia suprema, especialmente en la cultura occidental. Por ello, es fundamental la ética aplicada por cada profesional y la contención que le brinde a sus pacientes, como individuos.
Dependiendo del equilibrio emocional de cada uno de ellos, de su madurez y de la lógica del pedido que se realice al cirujano, el cambio físico será -o no- el punto de partida hacia una vida más plena. También es importante reflexionar sobre otras alternativas a las intervenciones estéticas: aceptar la edad, sentirse orgulloso de las asimetrías de la propia anatomía, hacer ejercicio regularmente, mantenerse activo, mejorar la forma de alimentarse y, principalmente, no darle a la estética más importancia de la que realmente tiene.a partir de eso, comience a funcionar con armonía en los demás aspectos de su vida.
de www.yahoo.com.ar/salud
Recital Alas
sábado 17 de mayo, 8:11 PM
Estrellas pro niños pobres cantan en México y Buenos Aires
MEXICO (AP) - Con un despliegue de artistas de primera se celebra este sábado uno de los conciertos masivos más grandes en la historia de Latinoamérica.
En México, a las 17.00 en punto hora local, el recital arrancó con el español David Bisbal, quien cantó cuatro temas ante cientos de miles de personas que a pesar de la lluvia abarrotaron la plaza central conocida como Zócalo, en la capital.
El público soltó al aire globos de colores y de inmediato entró en calor al ritmo de temas como "Bulería".
El español, quien dijo que se encuentra en medio de la creación de su cuarto disco, consideró que el concierto tan sólo era "el pitazo de salida" para muchas más acciones de este tipo en el futuro.
Sobre la gran cantidad de espectadores que había (unos 300.000 según cálculos preliminares de las autoridades), Bisbal dijo, en una rueda de prensa posterior a su actuación, que se sentía emocionado "porque ellos saben que viniendo aquí van a ser de una manera una denuncia para que los gobiernos se unan".
Después, subieron al escenario los integrantes de Timbiriche, quienes encendieron aún más el entusiasmo del público.
Sobre la tarima mojada, Sasha Sokol, integrante de la famosa agrupación de las décadas de 1980 y 90, dio las gracias a los asistentes, "por confiar en que podemos juntos cambiar la situación".
La cantante destacó el poder de la música para llegar a muchas personas y destacar la importancia de la educación de los niños menores de 6 años.
Miguel Bosé, quien apadrinó desde sus inicios a la Banda Timbiriche, que comenzó como un grupo infantil, no dejó pasar la oportunidad de unirse a los integrantes para cantar juntos el tema "México".
Entre la multitud abundaban impermeables y sombrillas, y los asistentes no dejaron que su algarabía se apagara por los ratos de aguacero intenso que se desataron.
"El concierto por los niños" una iniciativa de la Fundación América Latina en Acción Solidaria (ALAS) se celebra simultáneamente en la Ciudad de México y Buenos Aires.
La reunión de grandes figuras de la canción busca la atención de gobiernos y organizaciones civiles sobre la necesidad de atajar la pobreza en la que viven los niños de este continente.
El cartel, con un total de 27 artistas, incluye a estrellas como Shakira, Ricky Martin, Juan Luis Guerra, Los Tigres del Norte, Alejandro Sanz, Calle 13, Chayanne, Bisbal, Diego Torres, Fito Páez, Gustavo Cerati, Juanes, Maná y Bosé.
La enorme tarima sobre la que cantaban los artistas y grupos, dominaba la gran explanada en México.
En la Costanera Sur de Buenos Aires actuaban otros 10 cantantes simultáneamente.
El recital, que será grabado para un disco compacto y DVD, llegaba a millones por televisión abierta y cable a través de un acuerdo con Televisa y sus filiales, que lo difundían. Además, se transmitía por Internet.
La directora ejecutiva de ALAS, Araceli Ruano, destacó el poder de convocatoria de los artistas involucrados como uno "muy grande" y destacó que por ello, los conciertos serán importantes para exponer "la importancia de que todos tomen acciones, los gobiernos, los padres de familia, los jóvenes".
La fundación reunió 200 millones de dólares que irán a programas de educación, salud y nutrición a niños pobres, se informó el jueves.
ALAS se creó en el 2006 por iniciativa de Shakira, Bosé y Sanz, con el apoyo de intelectuales como el Premio Nobel Gabriel García Márquez, empresarios como el magnate mexicano Carlos Slim y organismos regionales.
En América Latina viven 54 millones de niños menores de cinco años, 32 millones de ellos en la pobreza, según datos divulgados de ALAS.
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Estrellas pro niños pobres cantan en México y Buenos Aires
MEXICO (AP) - Con un despliegue de artistas de primera se celebra este sábado uno de los conciertos masivos más grandes en la historia de Latinoamérica.
En México, a las 17.00 en punto hora local, el recital arrancó con el español David Bisbal, quien cantó cuatro temas ante cientos de miles de personas que a pesar de la lluvia abarrotaron la plaza central conocida como Zócalo, en la capital.
El público soltó al aire globos de colores y de inmediato entró en calor al ritmo de temas como "Bulería".
El español, quien dijo que se encuentra en medio de la creación de su cuarto disco, consideró que el concierto tan sólo era "el pitazo de salida" para muchas más acciones de este tipo en el futuro.
Sobre la gran cantidad de espectadores que había (unos 300.000 según cálculos preliminares de las autoridades), Bisbal dijo, en una rueda de prensa posterior a su actuación, que se sentía emocionado "porque ellos saben que viniendo aquí van a ser de una manera una denuncia para que los gobiernos se unan".
Después, subieron al escenario los integrantes de Timbiriche, quienes encendieron aún más el entusiasmo del público.
Sobre la tarima mojada, Sasha Sokol, integrante de la famosa agrupación de las décadas de 1980 y 90, dio las gracias a los asistentes, "por confiar en que podemos juntos cambiar la situación".
La cantante destacó el poder de la música para llegar a muchas personas y destacar la importancia de la educación de los niños menores de 6 años.
Miguel Bosé, quien apadrinó desde sus inicios a la Banda Timbiriche, que comenzó como un grupo infantil, no dejó pasar la oportunidad de unirse a los integrantes para cantar juntos el tema "México".
Entre la multitud abundaban impermeables y sombrillas, y los asistentes no dejaron que su algarabía se apagara por los ratos de aguacero intenso que se desataron.
"El concierto por los niños" una iniciativa de la Fundación América Latina en Acción Solidaria (ALAS) se celebra simultáneamente en la Ciudad de México y Buenos Aires.
La reunión de grandes figuras de la canción busca la atención de gobiernos y organizaciones civiles sobre la necesidad de atajar la pobreza en la que viven los niños de este continente.
El cartel, con un total de 27 artistas, incluye a estrellas como Shakira, Ricky Martin, Juan Luis Guerra, Los Tigres del Norte, Alejandro Sanz, Calle 13, Chayanne, Bisbal, Diego Torres, Fito Páez, Gustavo Cerati, Juanes, Maná y Bosé.
La enorme tarima sobre la que cantaban los artistas y grupos, dominaba la gran explanada en México.
En la Costanera Sur de Buenos Aires actuaban otros 10 cantantes simultáneamente.
El recital, que será grabado para un disco compacto y DVD, llegaba a millones por televisión abierta y cable a través de un acuerdo con Televisa y sus filiales, que lo difundían. Además, se transmitía por Internet.
La directora ejecutiva de ALAS, Araceli Ruano, destacó el poder de convocatoria de los artistas involucrados como uno "muy grande" y destacó que por ello, los conciertos serán importantes para exponer "la importancia de que todos tomen acciones, los gobiernos, los padres de familia, los jóvenes".
La fundación reunió 200 millones de dólares que irán a programas de educación, salud y nutrición a niños pobres, se informó el jueves.
ALAS se creó en el 2006 por iniciativa de Shakira, Bosé y Sanz, con el apoyo de intelectuales como el Premio Nobel Gabriel García Márquez, empresarios como el magnate mexicano Carlos Slim y organismos regionales.
En América Latina viven 54 millones de niños menores de cinco años, 32 millones de ellos en la pobreza, según datos divulgados de ALAS.
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Hairspray
domingo 11 de mayo, 2:30 PM
Llegó a su fin "Yo quiero ser... la protagonista de Hairspray"
Buenos Aires, 11 de mayo (Reporter). En la gran final del ciclo "Yo quiero ser... la protagonista de Hairspray" Vanesa Paz Butera -de 24 años y oriunda de Capital Federal- resultó la elegida para convertirse en la "Tracy Turnblad" argentina que protagonizará junto a Enrique Pinti la versión local de la comedia musical "Hairspray" a estrenarse en julio en el Teatro Astral.
El último envío de "Yo quiero ser... la protagonista de Hairspray", que promedió 10,9 puntos de rating y contó con la conducción de Andrea Politti, encontró a las tres finalistas -la propia Vanesa, Victoria Carambat y Maia Contreras- cumpliendo las últimas performances correspondientes a cuadros musicales de "Hairspray".
En primer lugar, cada una hizo su presentación en forma solista. Todas aparecieron "lookeadas" al mejor estilo "Tracy": Vicky cantó "Bienvenido a los 60!!!", Vanesa "Buen día Baltimore!" y Maia "Oigo el repicar de las campanas".
Luego, el jurado especializado integrado por Ricky Pashkus (director general de la obra), Carlos Olivieri (director de actuación), Gerardo Gardelín (director musical) y Elizabeth de Chapeaurouge (directora de coreografía) tuvo la difícil misión de evaluar el desempeño y dejar fuera de competencia a una de ellas: Maia Contreras.
A continuación, las dos participantes restantes -Vanesa y Vicky- debieron atravesar nuevas pruebas de canto y baile, pero esta vez junto a algunos de los actores que forman parte del elenco profesional. A Vicky le tocó interpretar "Mami que soy grande ya", junto a Patricia Etchegoyen; y Vanesa cantó "De a dos (es mejor)", con el joven Fernando Dente.
La "frutilla de la torta" para ambas fue pisar nuevamente el escenario de la mano del mismísimo Enrique Pinti. Las dos, por separado, cantaron junto al gran cómico el tema "No puedo parar el ritmo".
Pasada esta última presentación, el jurado se reunió a deliberar cuál de las dos participantes debía ser la protagonista de "Hairspray". Y los productores de la obra Pablo Kompel y Adrián Suar fueron los encargados de comunicar tamaña decisión.
El propio Suar dio el anuncio, que se hizo de una manera particular dado que la producción trajo un gran banner ilustrado con la figura de la "Tracy" original cuyo rostro se hallaba tapado.
Tras mucha expectativa, el director de Programación de Canal Trece descubrió la cara, que resultó ser la de Vanesa Paz Butera. La ganadora no pudo contener la emoción y abrazó a su compañera, mientas era felicitada por sus padres y vitoreada por todos.
El elenco de la versión local de la obra teatral "Hairspray" se completa con Laura Oliva, Salo Pasik, Débora Dixon, Diego Jaraz y Jorge Priano, entre otros, quienes estuvieron presentes en el programa de ayer. La producción es de Pablo Kompel, Adrián Suar y Canal Trece.
"Hairspray" es una de las comedias musicales más exitosas de Broadway, galardonada con ocho premios Tony, incluyendo "Mejor Musical". El año pasado se estrenó una nueva adaptación cinematográfica protagonizada por John Travolta.
La obra cuenta la historia de Tracy Turnbland, una chica "grande", con un gran peinado y un corazón aún mayor, que tiene solamente una pasión: bailar. Su sueño es aparecer en el "Show de Corny Collins", el programa de baile televisado más codiciado de Baltimore. Parece perfecta para el ciclo, a no ser por un "problema": no cabe. Su generosa figura siempre la apartó de los grupos de moda, cosa que le recuerda continuamente su excesivamente sobreprotectora madre Edna. Esto no detiene a Tracy, porque si existe alguna cosa que esta chica sabe es que nació para bailar. (Reporter)
Llegó a su fin "Yo quiero ser... la protagonista de Hairspray"
Buenos Aires, 11 de mayo (Reporter). En la gran final del ciclo "Yo quiero ser... la protagonista de Hairspray" Vanesa Paz Butera -de 24 años y oriunda de Capital Federal- resultó la elegida para convertirse en la "Tracy Turnblad" argentina que protagonizará junto a Enrique Pinti la versión local de la comedia musical "Hairspray" a estrenarse en julio en el Teatro Astral.
El último envío de "Yo quiero ser... la protagonista de Hairspray", que promedió 10,9 puntos de rating y contó con la conducción de Andrea Politti, encontró a las tres finalistas -la propia Vanesa, Victoria Carambat y Maia Contreras- cumpliendo las últimas performances correspondientes a cuadros musicales de "Hairspray".
En primer lugar, cada una hizo su presentación en forma solista. Todas aparecieron "lookeadas" al mejor estilo "Tracy": Vicky cantó "Bienvenido a los 60!!!", Vanesa "Buen día Baltimore!" y Maia "Oigo el repicar de las campanas".
Luego, el jurado especializado integrado por Ricky Pashkus (director general de la obra), Carlos Olivieri (director de actuación), Gerardo Gardelín (director musical) y Elizabeth de Chapeaurouge (directora de coreografía) tuvo la difícil misión de evaluar el desempeño y dejar fuera de competencia a una de ellas: Maia Contreras.
A continuación, las dos participantes restantes -Vanesa y Vicky- debieron atravesar nuevas pruebas de canto y baile, pero esta vez junto a algunos de los actores que forman parte del elenco profesional. A Vicky le tocó interpretar "Mami que soy grande ya", junto a Patricia Etchegoyen; y Vanesa cantó "De a dos (es mejor)", con el joven Fernando Dente.
La "frutilla de la torta" para ambas fue pisar nuevamente el escenario de la mano del mismísimo Enrique Pinti. Las dos, por separado, cantaron junto al gran cómico el tema "No puedo parar el ritmo".
Pasada esta última presentación, el jurado se reunió a deliberar cuál de las dos participantes debía ser la protagonista de "Hairspray". Y los productores de la obra Pablo Kompel y Adrián Suar fueron los encargados de comunicar tamaña decisión.
El propio Suar dio el anuncio, que se hizo de una manera particular dado que la producción trajo un gran banner ilustrado con la figura de la "Tracy" original cuyo rostro se hallaba tapado.
Tras mucha expectativa, el director de Programación de Canal Trece descubrió la cara, que resultó ser la de Vanesa Paz Butera. La ganadora no pudo contener la emoción y abrazó a su compañera, mientas era felicitada por sus padres y vitoreada por todos.
El elenco de la versión local de la obra teatral "Hairspray" se completa con Laura Oliva, Salo Pasik, Débora Dixon, Diego Jaraz y Jorge Priano, entre otros, quienes estuvieron presentes en el programa de ayer. La producción es de Pablo Kompel, Adrián Suar y Canal Trece.
"Hairspray" es una de las comedias musicales más exitosas de Broadway, galardonada con ocho premios Tony, incluyendo "Mejor Musical". El año pasado se estrenó una nueva adaptación cinematográfica protagonizada por John Travolta.
La obra cuenta la historia de Tracy Turnbland, una chica "grande", con un gran peinado y un corazón aún mayor, que tiene solamente una pasión: bailar. Su sueño es aparecer en el "Show de Corny Collins", el programa de baile televisado más codiciado de Baltimore. Parece perfecta para el ciclo, a no ser por un "problema": no cabe. Su generosa figura siempre la apartó de los grupos de moda, cosa que le recuerda continuamente su excesivamente sobreprotectora madre Edna. Esto no detiene a Tracy, porque si existe alguna cosa que esta chica sabe es que nació para bailar. (Reporter)
Las leonas
Mal debut de Las Leonas en el Champions Trophy: cayeron a segundos del final frente a China 2-1
(sábado 17 de mayo, 3:08 PM)
El seleccionado argentino femenino de hockey sobre césped, Las Leonas, cayó hoy ante China por 2-1 en su primera presentación en el Champions Trophy que se desarrolla en Monchengladbach, Alemania.
Yi Bo Ma, a 33 segundos del final del partido, le dio la victoria al conjunto asiático a través de un córner corto. Zhao Yu Diao había abierto el marcador a los 9 minutos del complemento, igualando sobre los 16 Noel Barrionuevo de córner corto.
En los otros encuentros de la jornada inicial, Australia le ganó a Japón 2-0, con goles de Casey Eastham y Emilly Halliday, mientras que a segunda hora Holanda superó a Alemania por 2-1 (0-1) con goles de Marilyn Agliotti y Naomi Van As. En el primer tiempo había abierto el marcador para las locales Christina Schutze.
Mañana se disputará la segunda fecha del certamen y en la misma el seleccionado nacional enfrentará a Japón, el rival más débil del torneo, a partir de las 13.05 hora argentina (transmite ESPN +). Previamente se medirán Alemania–Australia y Holanda–China.
Si bien no jugó un gran partido, el equipo dirigido por Gabriel Minadeo mereció mejor suerte. China no fue más, pero en uno de los pocos descuidos de la defensa albiceleste logró un córner corto a segundos del final del encuentro y Yi Bo Ma no perdonó con una arrastrada perfecta.
Más allá del resultado, lo preocupante fue el funcionamiento del representativo nacional, sobre todo en lo que se refiere al aspecto ofensivo. Bien tomada Luciana Aymar y con Mariana González Oliva durante gran parte del partido en el banco por una lesión que sufrió en su rodilla izquierda en el primer tiempo, a Las Leonas les costó construir jugadas.
No hubo cohesión entre las delanteras y las volantes, y costó salir del fondo, sobre todo en los primeros minutos de la parte inicial, en los que las asiáticas generaron una intensa presión.
China tuvo un poco más de volumen de juego en los 35 minutos iniciales, pero le costó llegar. Lo hizo en una sola ocasión a través de Qing Ling Song, cuyo remate se fue apenas desviado junto al palo izquierdo del arco argentino.
A Las Leonas les costó asociarse, pero generaron un par de acciones de riesgo a partir de bochas recuperadas. Tuvo bastante participación en las mismas Mariné Russo, quien sobre los 18 dejó en el camino a dos rivales y habilitó a Alejandra Gulla, que introdujo la pelota en el arco adversario pero impactándola con su cuerpo, lo que derivó en la anulación del gol.
Y sobre los 29 fue la misma Russo la que remató desviado, tras capturar un rebote en el área, después de una contra iniciada por Aymar. Además, Argentina dispuso de tres córners pero los desaprovechó.
En la segunda mitad, Las Leonas salieron a presionar más arriba y el partido fue parejo, más allá de que siguieron faltando ideas de mitad de cancha hacia adelante.
Y en un buen pasaje de las albicelestes llegó el primer gol chino, gestado por Zhao Yu Diao tras una contra letal que fue de derecha izquierda y encontró a la delantera suplente en una ubicación inmejorable para batir a Vukojicic con un fierrazo.
Argentina se despabiló y forzó varias infracciones de las jugadoras chinas en tres minutos. Para ello fue vital el ingreso de Agustina Bouza, quien le dio más profundidad al ataque.
Sobre los 14, por reiteración de faltas, recibió una tarjeta amarilla Wan Feng Zhou y dos minutos más tarde, en el sexto y último corto que tuvo el equipo de Minadeo, Noel Barrionuevo, con una arrastrada al palo izquierdo de la arquera china, puso la igualdad.
Que parecía definitiva, porque de ahí hasta el minuto final hubo poco. Apenas un córner para las chinas, que fue desaprovechado, y un disparo de Bao Rong Fu que se fue desviado. Parecía que el empate estaba sellado, pero llegó un descuido fatal. Y las Leonas lo pagaron caro.
A menos de sesenta segundos para el cierre, Zhao Yu Diao apareció sola frente a Vukojicic, quien salvó su valla pero con infracción. Y Yi Bo Ma no perdonó, complicando el futuro del equipo argentino, que mañana tendrá que ganarle a Japón para mantener vivas las ilusiones de llegar a la final.
(sábado 17 de mayo, 3:08 PM)
El seleccionado argentino femenino de hockey sobre césped, Las Leonas, cayó hoy ante China por 2-1 en su primera presentación en el Champions Trophy que se desarrolla en Monchengladbach, Alemania.
Yi Bo Ma, a 33 segundos del final del partido, le dio la victoria al conjunto asiático a través de un córner corto. Zhao Yu Diao había abierto el marcador a los 9 minutos del complemento, igualando sobre los 16 Noel Barrionuevo de córner corto.
En los otros encuentros de la jornada inicial, Australia le ganó a Japón 2-0, con goles de Casey Eastham y Emilly Halliday, mientras que a segunda hora Holanda superó a Alemania por 2-1 (0-1) con goles de Marilyn Agliotti y Naomi Van As. En el primer tiempo había abierto el marcador para las locales Christina Schutze.
Mañana se disputará la segunda fecha del certamen y en la misma el seleccionado nacional enfrentará a Japón, el rival más débil del torneo, a partir de las 13.05 hora argentina (transmite ESPN +). Previamente se medirán Alemania–Australia y Holanda–China.
Si bien no jugó un gran partido, el equipo dirigido por Gabriel Minadeo mereció mejor suerte. China no fue más, pero en uno de los pocos descuidos de la defensa albiceleste logró un córner corto a segundos del final del encuentro y Yi Bo Ma no perdonó con una arrastrada perfecta.
Más allá del resultado, lo preocupante fue el funcionamiento del representativo nacional, sobre todo en lo que se refiere al aspecto ofensivo. Bien tomada Luciana Aymar y con Mariana González Oliva durante gran parte del partido en el banco por una lesión que sufrió en su rodilla izquierda en el primer tiempo, a Las Leonas les costó construir jugadas.
No hubo cohesión entre las delanteras y las volantes, y costó salir del fondo, sobre todo en los primeros minutos de la parte inicial, en los que las asiáticas generaron una intensa presión.
China tuvo un poco más de volumen de juego en los 35 minutos iniciales, pero le costó llegar. Lo hizo en una sola ocasión a través de Qing Ling Song, cuyo remate se fue apenas desviado junto al palo izquierdo del arco argentino.
A Las Leonas les costó asociarse, pero generaron un par de acciones de riesgo a partir de bochas recuperadas. Tuvo bastante participación en las mismas Mariné Russo, quien sobre los 18 dejó en el camino a dos rivales y habilitó a Alejandra Gulla, que introdujo la pelota en el arco adversario pero impactándola con su cuerpo, lo que derivó en la anulación del gol.
Y sobre los 29 fue la misma Russo la que remató desviado, tras capturar un rebote en el área, después de una contra iniciada por Aymar. Además, Argentina dispuso de tres córners pero los desaprovechó.
En la segunda mitad, Las Leonas salieron a presionar más arriba y el partido fue parejo, más allá de que siguieron faltando ideas de mitad de cancha hacia adelante.
Y en un buen pasaje de las albicelestes llegó el primer gol chino, gestado por Zhao Yu Diao tras una contra letal que fue de derecha izquierda y encontró a la delantera suplente en una ubicación inmejorable para batir a Vukojicic con un fierrazo.
Argentina se despabiló y forzó varias infracciones de las jugadoras chinas en tres minutos. Para ello fue vital el ingreso de Agustina Bouza, quien le dio más profundidad al ataque.
Sobre los 14, por reiteración de faltas, recibió una tarjeta amarilla Wan Feng Zhou y dos minutos más tarde, en el sexto y último corto que tuvo el equipo de Minadeo, Noel Barrionuevo, con una arrastrada al palo izquierdo de la arquera china, puso la igualdad.
Que parecía definitiva, porque de ahí hasta el minuto final hubo poco. Apenas un córner para las chinas, que fue desaprovechado, y un disparo de Bao Rong Fu que se fue desviado. Parecía que el empate estaba sellado, pero llegó un descuido fatal. Y las Leonas lo pagaron caro.
A menos de sesenta segundos para el cierre, Zhao Yu Diao apareció sola frente a Vukojicic, quien salvó su valla pero con infracción. Y Yi Bo Ma no perdonó, complicando el futuro del equipo argentino, que mañana tendrá que ganarle a Japón para mantener vivas las ilusiones de llegar a la final.
Disciplina si, pero con limites
12-may-2008
Disciplina sí, pero con límites.
Inmaculada Tapia, EFESer estricto se ha convertido en una tarea no muy agradable cuando se trata de marcar límites. El imponer normas a niños y adolescentes no es tarea fácil, pero si muy necesaria. A veces hay que realizar un elogio de la disciplina para poder llevar una vida cotidiana saludable y todo esto se puede lograr sin ser estrictos, pero eso sí, dejando claro algunos puntos.El camino de la educaciónCuando se desea disfrutar de libertad, es importante hacer hincapié que dentro de esta existen responsabilidades que van de la mano de normas de respeto y de madurez. Tratar de educar a un niño representa un gran reto. El psicólogo Javier Urra asegura que la "bofetada no es eficaz" en la educación de los menores pero que, sin embargo, deben ser adecuadamente sancionados para evitar que se conviertan en tiranos y maltraten a sus padres.Urra señala que la "sanción es parte de la educación" en la que hay que "poner límites, saber decir no y enseñar lo que es la frustración", ya que de lo contrario existe el riesgo de que el niño adopte actitudes violentas.AutodisciplinaBernhard Bueb ha dedicado toda su vida profesional a la educación en Alemania. Este prestigioso pedagogo afirma que “la libertad no es ningún estado, ninguna condición, sino el fruto que uno logra tras fases de superación personal y de la transformación de la disciplina en autodisciplina”.Es su libro “"Elogio de la disciplina”", señala que si se desea que los niños y los jóvenes adquieran autodisciplina, es necesario dar una serie de instrucciones y medidas que establezcan límites.Esta es una cuestión que se da en todo tipo de sociedades, mismas que buscan cómo dar una buena educación a los hijos. Los ambientes más conservadores y los liberales se enfrentan en conceptos básicos.Perder autoridadBueb argumenta que uno de los problemas en la educación es la inseguridad que sienten los padres para establecer un método de conducta. “Se ha perdido la autoridad y así es fácil rebasar los límites”. El autor afirma que la educación es un camino lleno de contradicciones donde familia, profesores y educadores buscan un ofrecer justicia, disciplina, amor y confianza.Lo que recomienda es que cuando se tome alguna decisión, a pesar de que surja la duda sobre si es la correcta, sean capaces de mantenerse firmes en lo que han decidido.Una virtud, la coherenciaBueb descubre una virtud decisiva para todo educador: la coherencia. Una coherencia que, si no se mantiene, a la larga redundará en perjuicio del niño.Hay que tener presente, que los pequeños siempre van intentar exprimir hasta el límite la paciencia de su educador para salirse con la suya, de esta manera el niño se da cuenta rápidamente que los criterios que se le marcaron en un principio se han diluido. Ahí es cuando quien educa debe de mantenerse firme en sus criterios de formación.Su experiencia en el campo de la educación le ha servido para determinar que los jóvenes, a pesar de desear la mayor libertad posible, también buscan la autoridad, la disciplina como marco de atención.“Es una manera de buscar orientación y apoyo para fijar objetivos. La oposición a la autoridad conduce a la autonomía”, señala.“La coherencia requiere tiempo”, admite Bernhard Bueb. “La tranquilidad es fundamental para atender a un niño y sus necesidades. Si el pequeño se percata de que sus padres tienen prisa, los padres han perdido la partida. Comer con prisas impide enseñar buenos modales. La situación de emergencia que vive la educación también se deriva de la falta de tiempo”.La espontaneidad de un niño se vive cuando se tiene tiempo de observar, así se puede conducir su actitud, su personalidad y su vida. Por ello es importante saber en qué momento se debe actuar con autoridad y cuando darles la oportunidad de expresarse con libertad.Fuente: http://www.univision.com/content/content.jhtml?chid=10&schid=0&secid=1948&cid=1526535
Disciplina sí, pero con límites.
Inmaculada Tapia, EFESer estricto se ha convertido en una tarea no muy agradable cuando se trata de marcar límites. El imponer normas a niños y adolescentes no es tarea fácil, pero si muy necesaria. A veces hay que realizar un elogio de la disciplina para poder llevar una vida cotidiana saludable y todo esto se puede lograr sin ser estrictos, pero eso sí, dejando claro algunos puntos.El camino de la educaciónCuando se desea disfrutar de libertad, es importante hacer hincapié que dentro de esta existen responsabilidades que van de la mano de normas de respeto y de madurez. Tratar de educar a un niño representa un gran reto. El psicólogo Javier Urra asegura que la "bofetada no es eficaz" en la educación de los menores pero que, sin embargo, deben ser adecuadamente sancionados para evitar que se conviertan en tiranos y maltraten a sus padres.Urra señala que la "sanción es parte de la educación" en la que hay que "poner límites, saber decir no y enseñar lo que es la frustración", ya que de lo contrario existe el riesgo de que el niño adopte actitudes violentas.AutodisciplinaBernhard Bueb ha dedicado toda su vida profesional a la educación en Alemania. Este prestigioso pedagogo afirma que “la libertad no es ningún estado, ninguna condición, sino el fruto que uno logra tras fases de superación personal y de la transformación de la disciplina en autodisciplina”.Es su libro “"Elogio de la disciplina”", señala que si se desea que los niños y los jóvenes adquieran autodisciplina, es necesario dar una serie de instrucciones y medidas que establezcan límites.Esta es una cuestión que se da en todo tipo de sociedades, mismas que buscan cómo dar una buena educación a los hijos. Los ambientes más conservadores y los liberales se enfrentan en conceptos básicos.Perder autoridadBueb argumenta que uno de los problemas en la educación es la inseguridad que sienten los padres para establecer un método de conducta. “Se ha perdido la autoridad y así es fácil rebasar los límites”. El autor afirma que la educación es un camino lleno de contradicciones donde familia, profesores y educadores buscan un ofrecer justicia, disciplina, amor y confianza.Lo que recomienda es que cuando se tome alguna decisión, a pesar de que surja la duda sobre si es la correcta, sean capaces de mantenerse firmes en lo que han decidido.Una virtud, la coherenciaBueb descubre una virtud decisiva para todo educador: la coherencia. Una coherencia que, si no se mantiene, a la larga redundará en perjuicio del niño.Hay que tener presente, que los pequeños siempre van intentar exprimir hasta el límite la paciencia de su educador para salirse con la suya, de esta manera el niño se da cuenta rápidamente que los criterios que se le marcaron en un principio se han diluido. Ahí es cuando quien educa debe de mantenerse firme en sus criterios de formación.Su experiencia en el campo de la educación le ha servido para determinar que los jóvenes, a pesar de desear la mayor libertad posible, también buscan la autoridad, la disciplina como marco de atención.“Es una manera de buscar orientación y apoyo para fijar objetivos. La oposición a la autoridad conduce a la autonomía”, señala.“La coherencia requiere tiempo”, admite Bernhard Bueb. “La tranquilidad es fundamental para atender a un niño y sus necesidades. Si el pequeño se percata de que sus padres tienen prisa, los padres han perdido la partida. Comer con prisas impide enseñar buenos modales. La situación de emergencia que vive la educación también se deriva de la falta de tiempo”.La espontaneidad de un niño se vive cuando se tiene tiempo de observar, así se puede conducir su actitud, su personalidad y su vida. Por ello es importante saber en qué momento se debe actuar con autoridad y cuando darles la oportunidad de expresarse con libertad.Fuente: http://www.univision.com/content/content.jhtml?chid=10&schid=0&secid=1948&cid=1526535
La tecnologia se ocnvierte en aliada para fomentar el habito de leer de los jovenes
Las Nuevas Tecnologías servirán como herramienta para fomentar el hábito de la lectura entre los jóvenes de 12 a 18 años a través de los libros electrónicos y los de realidad aumentada, un dispositivo que ofrece modelos virtuales en tres dimensiones proyectados a través de una cámara de ordenador. Ante la bajada del índice de lectura en los últimos años, se pretende ahora estudiar el potencial que pueden tener las tecnologías, que son "más atractivas" para hacer que los jóvenes se interesen por la lectura, según ha informado el director de desarrollo del Instituto de Innovación y Desarrollo para el Ciudadano, Ignacio del Arco.El libro electrónico es una tecnología emergente que contiene todo tipo de información multimedia virtual y que permite almacenar cientos de volúmenes y tomar apuntes, mientras que la realidad aumentada es un sistema que ofrece modelos virtuales en tres dimensiones como si estuviesen pegados a las páginas del mismo, y contiene además animaciones, sonidos, vídeos o imágenes.El tradicional formato de papel se ha visto "desplazado" por otras fórmulas de ocio como los videojuegos, ha señalado Del Arco, quien ha añadido que por eso ahora pretenden estudiar el impacto de estas herramientas tecnológicas dentro de un entorno escolar y ver "si realmente los estudiantes se interesan por ellas".Según los datos del Informe PISA de 2006, España es el país cuyo nivel de lectura ha bajado más, y en Andalucía el descenso es aún más significativo, por lo que la Junta está intentando invertir esta tendencia con métodos novedosos y atractivos para captar la atención de los estudiantes e intentar reducir el fracaso escolar.Para estudiar su acogida en un entorno real, se instalarán en la biblioteca del Instituto de Educación Secundaria de la barriada malagueña de Campanillas durante el curso escolar 2008/2009 varios dispositivos de realidad aumentada para que los alumnos, de manera voluntaria, puedan consultar estos libros y rellenar después un cuestionario que recogerá su opinión sobre dicha tecnología.Además, en un número determinado de aulas se incorporarán los libros electrónicos como nuevos soportes de lectura y de trabajo donde los profesores tomarán nota de las valoraciones positivas y negativas que muestren los alumnos al respecto, y poder así analizar si los alumnos encuentran "un nuevo camino hacia la lectura", ha destacado la técnico de proyectos del I2BC, Natalia Jimeno.El proyecto ha sido desarrollado por el I2BC y por la empresa Arpa Solutions, con sede en el Parque Tecnológico de Andalucía (PTA), ubicado en Málaga, con el propósito de invertir la tendencia creciente entre los estudiantes de leer "cada vez menos", ha destacado Del Arco.El I2BC es un centro promovido por la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía que busca cuál es necesidad real del ciudadano y utiliza la tecnología disponible para dar respuesta a esa demanda "mejorando así los entornos de vida de la población", ha señalado el director de desarrollo del Instituto.Por su parte, Arpa Solutions es una empresa joven, especializada en el desarrollo de aplicaciones de Realidad Aumentada, que desarrolla productos y aplicaciones dirigidas a cuatro segmentos de mercado que son la publicidad y la mercadotecnia, la cultura, la educación y la decoración de interiores.Fuente: Cibersur.com /Agencias
Epitafio de una biblitoeca
En el ensayo El lenguaje de la pasión (Aguilar), Vargas Llosa cuenta su sentimiento de desolación al desmantelarse el reading room (Sala de lectura) de la British Library. Ayer, merced a la oportuna intervención de la directora general del Libro, Alejandra Ramírez, un ejemplar del ensayo llegó a manos de Vargas Llosa, quien estampó su firma justo en el comienzo del artículo "Epitafio para una biblioteca".Allí dejó inmortalmente escrito: "Para la Biblioteca Miguel Cané deseándole una larguísima vida".En un tramo de ese artículo conmovedor, el autor dice: "Me he habituado a trabajar en las bibliotecas desde mis años universitarios y en todos los lugares donde he vivido he procurado hacerlo, de tal modo que, en mi memoria, los recuerdos de los países y de las ciudades están en buena medida determinados por las imágenes y las anécdotas que conservo de aquellas..."En la helada Biblioteca Nacional, de Madrid, a fines de los cincuenta, había que tener puesto el abrigo para no resfriarse, pero yo iba allí todas las tardes a leer las novelas de caballería. La incomodidad de la de París superaba a todas las demás: si uno, por descuido, separaba el brazo del cuerpo, hundía el codo en las costillas del vecino. Allí, una tarde, levanté los ojos de un libro loco, sobre locos, de Raymond Queneau, Les enfants du limon, y me di de bruces con Simone de Beauvoir, que escribía furiosamente sentada frente a mí."Fuente: http://www.lanacion.com.ar/edicionimpresa/cultura/nota.asp?nota_id=998633
de una biblioteca a otra
05-may-2008
De una biblioteca a otra.
ANTONIO MUÑOZ MOLINA 03/05/2008Una biblioteca pública no es sólo un lugar para el conocimiento y el disfrute de los libros: también es uno de los espacios cardinales de la ciudadanía. Es en la biblioteca pública donde el libro manifiesta con plenitud su capacidad de multiplicarse en tantas voces como lectores tengan sus páginas; donde se ve más claro que escribir y leer, dos actos solitarios, lo incluyen a uno sin embargo en una fraternidad que se basa en lo más verdadero y lo más íntimo que hay en cada uno de nosotros y que no tiene límites en el espacio ni en el tiempo. La lectura, los libros, empezaron siendo privilegio de unos pocos, herramientas de poder y de control de las conciencias. La imprenta, al permitir de pronto la multiplicación casi ilimitada de lo que antes era único y difícil de copiar, hizo estallar desde dentro la ciudadela hermética de las palabras escritas, alentando una revolución que empezó por reconocer en cada uno el derecho soberano a leer la Biblia en su propia lengua y en la intimidad de su casa, sin la mediación autoritaria de una jerarquía. Gentes que leían libros albergaron ideas inusitadas: que el mérito y el talento personal y no el origen distinguían a los seres humanos; que todos por igual tenían derecho a la instrucción, a la libertad y a la justicia.La escuela pública, la biblioteca pública, son el resultado de esas ideas emancipadoras: también son su fundamento. Con egoísmo legítimo uno compra un libro, lo lee, lo lleva consigo, lo guarda en su casa, vuelve a leerlo al cabo de un tiempo o ya no lo abre nunca. En la biblioteca pública el mismo libro revive una y otra vez con cada uno de los lectores que lo han elegido, multiplicado tan milagrosamente como los panes y los peces del evangelio: un alimento que nutre y sin embargo no se consume; que forma parte de una vida y luego de otra y siendo el mismo palabra por palabra cambia en la imaginación de cada lector. En la librería no todos somos iguales; en la biblioteca universitaria el grado de educación y la tarjeta de identidad académica establecen graves limitaciones de acceso; sólo en la biblioteca pública la igualdad en el derecho a los libros se corresponde con la profunda democracia de la literatura, que sólo exige a quien se acerca a ella que sepa leer y sea capaz de prestar una atención intensa a las palabras escritas. En el reino de la literatura no hay privilegios de nacimiento ni acreditaciones oficiales, ni jerarquías de ninguna clase ante las que haya que bajar la cabeza: nadie tiene la obligación de leer una determinada obra maestra; y no hay libro tan difícil que pueda ser inaccesible para un lector con vocación y constancia. Pomposos catedráticos resultan ser lectores ineptos: cualquier persona con sentido común es capaz de degustar las más delgadas sutilezas de un libro. En el cuarto de trabajo o de estudio con frecuencia uno está demasiado solo: en la biblioteca pública se disfruta un equilibrio perfecto entre el ensimismamiento y la compañía, entre la quietud necesaria para la lectura y la grata conciencia de la vida real que sigue sucediendo a nuestro alrededor... "sigue"Texto completo en: http://www.elpais.com/articulo/narrativa/biblioteca/elpepuculbab/20080503elpbabnar_1/Tes
Publicado por Ernesto Della Riva en 4:50
De una biblioteca a otra.
ANTONIO MUÑOZ MOLINA 03/05/2008Una biblioteca pública no es sólo un lugar para el conocimiento y el disfrute de los libros: también es uno de los espacios cardinales de la ciudadanía. Es en la biblioteca pública donde el libro manifiesta con plenitud su capacidad de multiplicarse en tantas voces como lectores tengan sus páginas; donde se ve más claro que escribir y leer, dos actos solitarios, lo incluyen a uno sin embargo en una fraternidad que se basa en lo más verdadero y lo más íntimo que hay en cada uno de nosotros y que no tiene límites en el espacio ni en el tiempo. La lectura, los libros, empezaron siendo privilegio de unos pocos, herramientas de poder y de control de las conciencias. La imprenta, al permitir de pronto la multiplicación casi ilimitada de lo que antes era único y difícil de copiar, hizo estallar desde dentro la ciudadela hermética de las palabras escritas, alentando una revolución que empezó por reconocer en cada uno el derecho soberano a leer la Biblia en su propia lengua y en la intimidad de su casa, sin la mediación autoritaria de una jerarquía. Gentes que leían libros albergaron ideas inusitadas: que el mérito y el talento personal y no el origen distinguían a los seres humanos; que todos por igual tenían derecho a la instrucción, a la libertad y a la justicia.La escuela pública, la biblioteca pública, son el resultado de esas ideas emancipadoras: también son su fundamento. Con egoísmo legítimo uno compra un libro, lo lee, lo lleva consigo, lo guarda en su casa, vuelve a leerlo al cabo de un tiempo o ya no lo abre nunca. En la biblioteca pública el mismo libro revive una y otra vez con cada uno de los lectores que lo han elegido, multiplicado tan milagrosamente como los panes y los peces del evangelio: un alimento que nutre y sin embargo no se consume; que forma parte de una vida y luego de otra y siendo el mismo palabra por palabra cambia en la imaginación de cada lector. En la librería no todos somos iguales; en la biblioteca universitaria el grado de educación y la tarjeta de identidad académica establecen graves limitaciones de acceso; sólo en la biblioteca pública la igualdad en el derecho a los libros se corresponde con la profunda democracia de la literatura, que sólo exige a quien se acerca a ella que sepa leer y sea capaz de prestar una atención intensa a las palabras escritas. En el reino de la literatura no hay privilegios de nacimiento ni acreditaciones oficiales, ni jerarquías de ninguna clase ante las que haya que bajar la cabeza: nadie tiene la obligación de leer una determinada obra maestra; y no hay libro tan difícil que pueda ser inaccesible para un lector con vocación y constancia. Pomposos catedráticos resultan ser lectores ineptos: cualquier persona con sentido común es capaz de degustar las más delgadas sutilezas de un libro. En el cuarto de trabajo o de estudio con frecuencia uno está demasiado solo: en la biblioteca pública se disfruta un equilibrio perfecto entre el ensimismamiento y la compañía, entre la quietud necesaria para la lectura y la grata conciencia de la vida real que sigue sucediendo a nuestro alrededor... "sigue"Texto completo en: http://www.elpais.com/articulo/narrativa/biblioteca/elpepuculbab/20080503elpbabnar_1/Tes
Publicado por Ernesto Della Riva en 4:50
ENCUESTA REALIZADA EN TURNO TARDE
1. Tenes PC en tu casa?
si 36 % no 64 %
2. La usas para....
jugar 23 % navegar 25 % escribir 17 % otro 2 % no usa 33 %
3. Accedes a Internet?
si 84 % no 6% aveces 10 %
4. En caso afirmativo desde....
tu casa 35 % ciber 65 %
5. Frecuencia...
1 o 2 veces por semana 46 % todos los dias 32 % por lo menos 1 vez al mes 22%
si 36 % no 64 %
2. La usas para....
jugar 23 % navegar 25 % escribir 17 % otro 2 % no usa 33 %
3. Accedes a Internet?
si 84 % no 6% aveces 10 %
4. En caso afirmativo desde....
tu casa 35 % ciber 65 %
5. Frecuencia...
1 o 2 veces por semana 46 % todos los dias 32 % por lo menos 1 vez al mes 22%
COMISIONES EVALUADORAS PREVIAS JULIO 2008
OJO¡¡¡ CON SUSPENSION DE CLASES
TURNO MAÑANA
matematica lunes 11/08 a las 8: 00 hs
sociales lunes 11/08 a las 8 : 00 Hs.
educacion fisica lunes 11/08 a las 11:00 hs.
lengua martes 12/08 a las 8:00 hs.
educacion artistica martes 12 / 08 a las 8 : 00 hs.
ingles miercoles 13/ 08 a las 8 : 00 hs.
naturales miercoles 13/08 a las 8 :00 hs.
TURNO TARDE
lengua lunes 11/08 a las 13:00 hs.
matematica lunes 11/08 a las 13:00 hs
sociales martes 12 / 08 a las 13:00 hs.
naturales miercoles 13/08 a las 13 :00 hs.
ingles miercoles 13/08 a las 13:00 hs.
educacion artistica martes 12/08 a las 13: 00 hs.
TURNO MAÑANA
matematica lunes 11/08 a las 8: 00 hs
sociales lunes 11/08 a las 8 : 00 Hs.
educacion fisica lunes 11/08 a las 11:00 hs.
lengua martes 12/08 a las 8:00 hs.
educacion artistica martes 12 / 08 a las 8 : 00 hs.
ingles miercoles 13/ 08 a las 8 : 00 hs.
naturales miercoles 13/08 a las 8 :00 hs.
TURNO TARDE
lengua lunes 11/08 a las 13:00 hs.
matematica lunes 11/08 a las 13:00 hs
sociales martes 12 / 08 a las 13:00 hs.
naturales miercoles 13/08 a las 13 :00 hs.
ingles miercoles 13/08 a las 13:00 hs.
educacion artistica martes 12/08 a las 13: 00 hs.
jueves, 15 de mayo de 2008
HISTORIA DE LA ESCUELA
Comenzamos el 28 de febrero del 2005 por Resolucion Nº 4947/95, y asi empezamos a funcionar de esta manera dos insticiones juntas, la EPB Nº 2 y la ESB Nº5, en el mismo edificio, pero con distintos directivoS
EGRESADOS DE NUESTRA PRIMERA PROMOCION
CHAINE, Washington
CIBULKA, Matias
DURAN, Sergio
FERRERIRA, Ivan
HERDELI, Pablo
MARICHIOLO, Cristian
MARTINEZ VILLALBA, Maximo
MEZA, Diego
PASSINI, Sergio
PETER, Ivan
RODRIGUEZ IRRAZABAL, Sergio
UNGRA, Cristina
VERGARA INSFRAN, Damian
CARIDAD DI MEGLIO, Juan
GONZALEZ, Nicolas
NAVARRO, Maximiliano
RIOS, jonathan
RODRIGUEZ, Maximiliano
SANCHEZ, Leonel
ARZAMENDI, Magali
BARRIONUEVO, Adriana
CANO VELARDE, Jessica
FERERIRA, Jaqueline
FRANCO, Alejandra
GONZALEZ, Johana
NAVARRO, Noelia
PONCE, Joana
ROMERO, Jaqueline
SANCHEZ, Jesica
VILLALBA, Carla
CASATTI, Maira
CASATTI, Monica
MELO TUILLER, Ayelen
MOLINA, Maria
QUAGLIA, Yamila
RODRIGUEZ, Maria
ROMERO, Yesica
ROSA, Andrea
SAULLO, Sofia
SCAZZOLA, Maria
VILLALBA, Gisella
ABDULHADI, Ruben
ALENCINOVICH, Juan
FRISCO, Joaquin
HARMS, Juan
INZERILLI, Marcelo
MAYER BARRIOS, Axel
PERALTA, Jonathan
VELAZQUEZ, Criatian
ZALAZAR, Lautaro
CARBALLO, Malena
GELMAN, Ludmila
GHIRILGHELLI, AbigIL
GONZALEZ, Micaela
MOSQUEIRA, Erika
SORRENTINO, Brenda
SUARES, Alejandra
DOCENTES:
LOPEZ GARCIA, Mabel
DABADIE, Ernesto
MARANO, Nilda
MONGENSEN, Alicia
CIANCI, Beatriz
ESPINDOLA, Mabel
FRIAS, Olga
TESSARI, Patricia
ZAMUDIO, Rita
GAUDENZI, Susana
GIMENES, Lucia
BONATTI, Susana
IGNELZI, Reyna
BALZANO, Claudia
DIAZ, Lorena
EGRESADOS DE NUESTRA PRIMERA PROMOCION
CHAINE, Washington
CIBULKA, Matias
DURAN, Sergio
FERRERIRA, Ivan
HERDELI, Pablo
MARICHIOLO, Cristian
MARTINEZ VILLALBA, Maximo
MEZA, Diego
PASSINI, Sergio
PETER, Ivan
RODRIGUEZ IRRAZABAL, Sergio
UNGRA, Cristina
VERGARA INSFRAN, Damian
CARIDAD DI MEGLIO, Juan
GONZALEZ, Nicolas
NAVARRO, Maximiliano
RIOS, jonathan
RODRIGUEZ, Maximiliano
SANCHEZ, Leonel
ARZAMENDI, Magali
BARRIONUEVO, Adriana
CANO VELARDE, Jessica
FERERIRA, Jaqueline
FRANCO, Alejandra
GONZALEZ, Johana
NAVARRO, Noelia
PONCE, Joana
ROMERO, Jaqueline
SANCHEZ, Jesica
VILLALBA, Carla
CASATTI, Maira
CASATTI, Monica
MELO TUILLER, Ayelen
MOLINA, Maria
QUAGLIA, Yamila
RODRIGUEZ, Maria
ROMERO, Yesica
ROSA, Andrea
SAULLO, Sofia
SCAZZOLA, Maria
VILLALBA, Gisella
ABDULHADI, Ruben
ALENCINOVICH, Juan
FRISCO, Joaquin
HARMS, Juan
INZERILLI, Marcelo
MAYER BARRIOS, Axel
PERALTA, Jonathan
VELAZQUEZ, Criatian
ZALAZAR, Lautaro
CARBALLO, Malena
GELMAN, Ludmila
GHIRILGHELLI, AbigIL
GONZALEZ, Micaela
MOSQUEIRA, Erika
SORRENTINO, Brenda
SUARES, Alejandra
DOCENTES:
LOPEZ GARCIA, Mabel
DABADIE, Ernesto
MARANO, Nilda
MONGENSEN, Alicia
CIANCI, Beatriz
ESPINDOLA, Mabel
FRIAS, Olga
TESSARI, Patricia
ZAMUDIO, Rita
GAUDENZI, Susana
GIMENES, Lucia
BONATTI, Susana
IGNELZI, Reyna
BALZANO, Claudia
DIAZ, Lorena
PRESENTACION
HOLA:
Bienvenidos a todos! me presento, mi nombre es Yanina Salas, bibliotecaria de ESB Nº 5, del partido de Berazategui. En este espacio quisiera poder compartir con los alumnos y demas personas interesadas, las novedades del establecimiento, y en forma particular de la biblioteca, como ser ejemplares adquiridos, eventos, etc. Tambien tener un enlace con ellos, un espacio que sea nuestro nexo, donde cada uno pueda expresar sus sentimientos e inquietudes, espero sea productivo y todos juntos podamos mejorar nuestra comunicacion y expresion.
Bienvenidos a todos! me presento, mi nombre es Yanina Salas, bibliotecaria de ESB Nº 5, del partido de Berazategui. En este espacio quisiera poder compartir con los alumnos y demas personas interesadas, las novedades del establecimiento, y en forma particular de la biblioteca, como ser ejemplares adquiridos, eventos, etc. Tambien tener un enlace con ellos, un espacio que sea nuestro nexo, donde cada uno pueda expresar sus sentimientos e inquietudes, espero sea productivo y todos juntos podamos mejorar nuestra comunicacion y expresion.
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